La otra orilla

víctor rodríguez

¿Prohibición o cultura?

Cuando estamos rodeados de imagen, es fácil caer en la trampa de dejarnos arrastrar por lo que se ve, reparando muy poco en lo que no se ve, que suele ser lo más importante. La ola de neoconservadurismo que se va imponiendo, no ya desde la Iglesia, como pasaba antaño, sino desde ese juzgado inquisitorial en el que se ha convertido lo políticamente correcto con sus amplios altavoces llamados redes sociales, alcanza casi todo lo que tenga repercusión pública; la música no podía quedar al margen. La polémica de estos días es el concierto de un cantante de reggaetón en un pueblo de la provincia por sus letras machistas. Reconozco que la música actual, salvo Vetusta Morla y poco más, me viene muy lejos y que he tenido que ponerme un poco al día. Lo que no me gusta de estas polémicas es que raramente escapan a lo sesgado e interesado.

Cuando era joven acudía a Radio 3 huyendo de las radiofórmulas y sus listas de éxitos. Detrás de las listas estaban las discográficas ofertando a sus cantantes para que se hicieran famosos y se vendieran sus discos.

Hoy no ha cambiado mucho. El número uno en una de esas famosas radios es Daddy Yankee, que a poco que se vean y escuchen sus canciones tampoco pasaría el corte. Paradójicamente dicha radio comparte grupo mediático con el periódico progre por antonomasia de este país.

Recuerdo el alboroto en un pueblo a finales de los años 80 cuando los miembros del grupo Los Inhumanos se subieron vestidos de preservativos al escenario para un concierto en la época del SIDA y del póntelo-pónselo. Eran los años de Los Toreros muertos, Siniestro total, Ilegales… también eran los años de La Bola de cristal y La Clave en televisión, es decir, había trasgresión, pero también había debate y cultura. Hoy, sin embargo caminamos todos (y todas) en fila única, señalando a quien se desvía.

Los ayuntamientos contratan a los músicos que presuponen les va a gustar a sus vecinos y a muchos de estos jóvenes les ha llegado esta música porque hay gente interesada en ganar dinero con ello. Entonces, ¡todo es una gran hipocresía! Denunciar lo que se fomenta. No me preocupa tanto que mis hijas escuchen el contenido de las letras de muchas de las canciones de hoy, me preocupa mucho más que sea música sin ningún interés, todo muy de usar y tirar y que sea casi lo único que suena en la radio. La cultura es una herramienta mucho más poderosa que la prohibición.

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