Está claro que el afloramiento de casos de corrupción de algunos políticos en connivencia con empresarios sin escrúpulos es un problema gravísimo que ha deteriorado la imagen de los representantes ciudadanos. A este problema se une el crónico que suponen las rigideces y el exceso de burocracia en el funcionamiento de la Administración pública; efectivamente, si bien los jueces han metido el miedo en el cuerpo a los corruptos, que parecían gozar de impunidad, su acción ha tenido también el efecto secundario indeseado de que muchos responsables de la cosa pública "se la pillen con papel de fumar" (perdón por la expresión, pero no he encontrado otra más gráfica) y prefieran permanecer inactivos antes que ser operativos y asumir las correspondientes responsabilidades o recibir críticas de una u otra parte. Viene a cuento aquí la parábola del Evangelio que habla de un siervo a quien su señor, que partía para un largo viaje, confió un talento, gran cantidad de dinero para la época. Temeroso del riesgo que conllevaría invertirlo, lo guardó medrosamente hasta el regreso del señor, del que, en vez de elogios, recibió una fuerte censura. En el mismo sentido inmovilista, hay una máxima que recomienda "no hacer mudanza" cuando los tiempos están revueltos.

El ciudadano de a pie tiene a menudo la impresión de que el tándem políticos / funcionarios no funciona con la coordinación y la eficacia que serían mínimamente exigibles para dar respuesta a las demandas de la sociedad en su conjunto y de los individuos en sus problemas concretos. Una parte de la culpa posiblemente no sea de los conductores sino de la propia "bicicleta", cuyas piezas no engranan bien y, en todo caso, sus prestaciones están lejos de las que podrían esperarse en este mundo altamente tecnificado, en el que es necesario un esfuerzo continuado de puesta al día para no caer en la obsolescencia. La modernización de la Administración para conseguir una simplificación de la burocracia es una aspiración antigua y recurrente, mas nunca abordada en serio, con la excepción quizá de la referida al control de las actividades de personas y entes privados con fines recaudatorios. Pero la insatisfacción de los ciudadanos críticos con el sistema no se va a solucionar si se limitan a quejarse de forma improductiva. En el próximo artículo trataré de exponer unas ideas sobre su papel para propiciar una evolución constructiva.

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