Andamos en un dilema. Una encrucijada grande. No sé si hacer caso a Percy B. Shelley y a su libro Defensa de la poesía o a Ben Lerner y su obra El odio a la poesía. Y si en medio se ha colado otro libro de Alberto Cubero titulado Qué entendemos por entender la poesía pues la disyuntiva es aún mayor.

Este pasado martes, día 21 de marzo, hemos celebrado el Día Mundial de la Poesía. Se ha comprobado que han sido muchos los actos que se han realizado en todos los lugares del mundo, actos de reivindicación, actos de celebración, en definitiva, actos para y por la poesía. Incluso se han atrevido a aventurar, en algunos medios de comunicación, que la poesía vuelve a estar de moda, que vende, que está presente. Y desde luego no podemos sino alegrarnos de tan excelentes noticias. Que se lea ya es un logro, un éxito sin precedentes, pero que se lea con criterio también. Y que sepamos definir aquello que nos llena y nos alimenta de aquellos que simplemente nos consuela.

Siempre he creído que la poesía era el género literario más digno (sin menosprecio a ningún otro, desde luego), la esencia de la literatura. Y por ello acudo, como creo que debe ser, a lo de siempre. Pero el tiempo también me ha enseñado que hay que leer y conocer lo nuevo, las nuevas tendencias, todo aquello que hoy día se escribe, y lo que dicen que vende y ha puesto a la poesía de moda. En este instante recuerdo unos versos de Nicanor Parra y de su poema Test: "Qué es un antipoeta: / Un comerciante en urnas y ataúdes? / Un sacerdote que no cree en nada? / Un general que duda de sí mismo? / Un vagabundo que se ríe de todo / Hasta de la vejez y de la muerte? / Un interlocutor de mal carácter? / Un bailarín al borde del abismo? / Un narciso que ama a todo el mundo? / Un bromista sangriento / Deliberadamente miserable? / Un poeta que duerme en una silla? / Un alquimista de los tiempos modernos? / Un revolucionario de bolsillo? / Un pequeño burgués? / Un charlatán? ...".

Que dudemos de la poesía actual es bueno. Es compresible. Y debemos saber que solo hay un culpable de esa duda, y no es otro que nuestro sistema educativo. En un sistema educativo donde no se lee ni se exige, donde la comprensión lectora no va más allá de ser felices sin esfuerzo, una educación que ignora el fomento a la lectura y lo desprecia. Así vamos mal, vamos contracorriente, como siempre ha ido la poesía. No nos engañemos, que hoy día se lea poesía es bueno, muy bueno. Pero, ¿sabe usted realmente qué es la poesía?

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