Empieza a ser un síndrome de los partidos progresistas la crisis que vive la formación morada en Andalucía con el hasta nunca de Teresa Rodríguez a las directrices de Podemos, que emanan únicamente de Pablo Iglesias, y que ha llegado a la capital onubense. Dos concejales en el Ayuntamiento de la capital ya no se hablan entre ellos, o al menos no colaboran lo que deberían a la hora de hacer llegar sus propuestas a los plenos. Lo básico en cualquier formación, vamos. No sobrarán voces que reclamen un mayor respaldo a sus posiciones, aunque deberán hacérselo mirar ellos mismos.
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