De La Placeta al Punto

Escucho las palabras de Machado: "Ni el pasado está muerto, ni está el mañana ni el ayer, escrito"

Camino largo de una memoria añosa que se rebela antes de concluir el día y perderse en la niebla del infinito olvido. Hacia 1955. Escribo para envolver ese ayer que se nos escapó en silencio. La ceniza que aún arde y nos convoca para archivar una fotografía en sepia. Esa que nos meció en la infancia y nos veló en la mirada humilde de una luz deslumbrante, una villa, donde transcurre, lentamente, el trasiego de la vida y sus gentes, en un tiempo sin fronteras ni límites.

En ese cruce antiguo de callejas, con remembranza a voces de mercado, carromatos, tabernas, boticas, zampuzos, tratantes de ganado, tenderetes, hoteles, droguerías... presiento su bullicio, y en ese ayer de múltiples encuentros, embozos memoriales y cotidianos sueños, van mis pasos.

Don Roque y su farmacia, las Mojarro, Bachero y Peña, Simón Vidosa y Fuentes, sombrereros, La Granadina y El Colón, relucientes hoteles, Anastasio Barrero en la "parada", El Telefónica de Bernal junto a La Telefónica, El Español de Crédito y el Barato, Mascarós (ferretería), el Astoria y los "tratantes", Miguel Raya, al frente de su sastrería y Abelardo Arcos, incansable y visionario. Paco y Pepe Borrero a vueltas con la "carretilla" y el lateral del Banco Hispano.

Al este, el flujo clientelar de La Esquinita con la excelencia de sus chocos fritos, tipografía Girón y el Teatro Mora (calle Gravina) al oeste, Almacenes Macías, Pepe y Argimiro con su alfombra de telares, la droguería Gaspar Borrero, La Joya y el Hostal Extremadura (calle Bocas). Al sur, el Diario Odiel, con Octavio, el Duende, Flery, Octavio, José M. Segovia. El Comercial y su estilismo arquitectónico, La Mezquita, el estanco de Lucas, La Estrella, el Nuevo Mundo. Matías Hernández y Federico Romero, consignatarios de buques (calle Marina). En el ramal de "los herreros", el selecto y señorial Victoria y el Istmo ( ultramarinos).

Al cabo, Navidad, y aquel guardia de tráfico (el eléctrico) subido en su peana y rodeado de cajas de coñac. Al cabo, Colombinas y miles de personas trasegando hacia el Muelle, sus casetas de baile, cacharritos y tómbolas, voladoras y, oficiales de la Armada. Al cabo, Semana Santa, en esa "madrugadá" donde Huelva se abraza a Jesús Nazareno cuando Paco Garrido y Cerrejón enmudecen el alba entre saetas.

Tras este breve recorrido, aún escucho las palabras de Antonio Machado: "Ni el pasado está muerto, ni está el mañana ni el ayer, escrito".

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