La otra orilla

Pirómanos de la madre Rusia

El tapón está en los mediocres a quienes el MBA sólo les ha enseñado cómo conservar su posición Los ciudadanos debemos participar, ser agentes críticos y de cambio en todos los espacios donde podamos

P style="text-transform:uppercase">ronostican las encuestas que François Fillon será el nuevo presidente de Francia, y además el suicidio de la izquierda tradicional francesa lo corrobora. El personaje que puede liderar uno de los países más importantes de la UE no tiene desperdicio: incondicional del ultraliberalismo de Margaret Thatcher, misógino y abiertamente homófobo, y promete para empezar un recorte de más de 100.000 millones de euros ¡Tremendo! Lo único positivo es que igual así contiene a Le Pen. Fillon parece que será el próximo que junto a Trump y a Theresa May en Inglaterra, complete un inigualable trío de ases, un singular equipo al frente de ese eje atlántico que ha estado gobernando el mundo los últimos 100 años y que representan teóricamente las democracias más consolidadas. Pero más allá de los discursos ultraliberales y xenófobos de los tres, lo que más me ha sorprendido es que han manifestado claramente su simpatía por Vladimir Putin. ¿Por qué? ¿Qué tiene este exagente de la KGB para merecer este inusual honor para un presidente ruso?

Pensar en esta coincidencia me hace mirar a Rusia. Tras 25 años de paso por el desierto Putin devuelve a Rusia la autoestima sin más herramientas que demagogia, peso militar e intolerancia, un fascismo democrático sin sistema económico fructífero. Un personaje cuya única ideología es el poder, y cuyo emblema recuerda al de la "madre Rusia imperial". Puede que ese ejercicio del poder tolerado sea lo que ambicionan el resto, y si es así estamos ante un futuro orden mundial impredecible y muy oscuro.

El que los "líderes del mundo libre" quieran mirarse en el espejo del supuesto asesino de Politkóvskaya, demuestra la crisis de política a la que nos ha arrastrado la crisis económica. Gobernantes con demasiado poder y sin ningún concepto de bien común que pueda aliviar las angustias de la civilización del siglo XXI. Le estamos dando el control de nuestra casa a un puñado de pirómanos.

La figura nos queda lejos, quizás, e inaccesible, posiblemente. Pero la única forma de alterar el deprimente y previsible panorama es alzando la mirada más allá de nuestras necesidades individuales. Los ciudadanos debemos participar, ser agentes críticos y de cambio en todos los espacios donde podamos, aventurarnos a soñar y a construir un futuro donde quepamos todos sin sufrimiento. Sólo así, a pesar de la distancia, seremos dueños de nuestro futuro y ahuyentaremos a las alimañas.

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