Piratas de la democracia

El populismo se ha instalado en el gobierno y utilizan las instituciones del Estado como los virus

Las democracias pueden socavarse desde su exterior, como cuando un agente foráneo trata de dominar a otro país por la fuerza e implantarle un sistema dictatorial, basándose en criterios esencialistas, religiosos o de cualquier otra índole. Un ejemplo reciente podría ser el del Estado Islámico que pretendía, entre otros objetivos, lo que denominaban la recuperación de Al Andalus. Pero esa no es la única estrategia para debilitarlas o eliminarlas; también se atacan desde dentro, aprovechándose de los derechos y libertades que las sustentan, difundiendo mensajes contrarios a ellas y, sobre todo, para una vez alcanzado el poder diseñar y establecer procedimientos que vayan minándolas.

Esto recuerda, en cierta manera, al modo el que operan los virus, que necesitan las células para poder multiplicarse -de ahí ha venido la discusión de si son organismos vivientes o no-, haciendo uso de las mismas. Tal es así, que el virólogo Andrew Scott los describió como piratas de la célula. Pues bien, algo similar podríamos decir de algunos partidos o de sus líderes, que actúan como piratas de la democracia, beneficiándose de ella para imponer sistemas de gobierno que les permitan dirigir los asuntos públicos a su antojo, además de demonizar y excluir a los adversarios. Un caso extremo fue el de Alemania con el partido nazi y Adolf Hitler, con un uso infernal de la violencia.

Lo cierto es que a través de las elecciones las democracias también pueden ser infectadas por autoritarios que van destruyendo sus pilares fundamentales, como en Polonia y Hungría. Sin embargo y por desgracia, no tenemos que irnos tan lejos, porque la infección ya la tenemos aquí, aunque por conveniencia o imagen se vistan con otros colores políticos a los de esos países. La iniciativa de PSOE y UP registrando una proposición de una ley para reformar el sistema de elección del Consejo del Poder Judicial (CGPJ), sorteando los informes no vinculantes, presumiblemente contrarios, del propio CGPJ, del Consejo de Estado y el Consejo Fiscal, de forma que se puedan elegir a sus miembros por mayoría absoluta en el Congreso, en lugar de los tres quintos que establece la Constitución, es un claro ataque a la necesaria separación de los poderes. En la UE han saltado las alarmas y en Polonia se frotan las manos con la noticia. El populismo se ha instalado en el gobierno de España y, como los virus, utilizan las instituciones del Estado, simplemente, para reproducirse, que viene a significar mantenerse en el poder.

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