P style="text-transform:uppercase">ilar, dicen que te has ido y eso es algo impensable, imposible para quienes hemos sido tus amigos casi medio siglo. Tú sigues con nosotros porque estás dentro de nuestros corazones, porque estás incardinada con nuestra tierra, porque diste lo mejor de tu vida por trabajar, sacrificarte y querer a ese trozo palermo que junto al río Tinto, fue la musa de tus sueños políticos, literarios, históricos, desde tu hogar junto a tu marido, llevando el consuelo a tantas familias y el progreso al que considerabas tu pueblo: Palos de la Frontera.

Recuerdo cuando llegaste a Palos, con José María, con toda la ilusión de una vida por delante para entregarte a los demás en el trabajo de ayudar, de proteger, de consolar. Y lo hiciste como nadie. Yo he sido testigo de todo ello, porque fuimos al unísono embarcados en la nave de la Historia palerma, para sacar adelante tantos proyectos que brotaron de tu corazón.

Te vi muchas veces charlando con los Reyes, con los altos dignatarios de la nación y con la gente humilde a la que arropabas con la ayuda y con la esperanza.

Fuiste una esposa ejemplar, sabiendo llevar el timón de la vida de tu casa y el amor a tu esposo hasta el último día con generosidad, cariño y entrega.

¿Cuántos viajes juntos con la Colombina, como alcaldesa y vicepresidenta de nuestra Real Sociedad? Siempre Palos fue en tu persona la personificación de algo que era tu propia existencia.

Te colmaron de honores en España y fuera de ella y tu agradecimiento siempre era una sonrisa, como la alegría de tu alma y mayor premio estar junto a la Virgen de los Milagros en una oración permanente y franciscana por tu pueblo y sus gentes.

Aprendí de ti a ser prudente en momentos de tensión, cuando la política nos ponía las cosas difíciles. Y me enseñaste a querer aún más a Palos de la Frontera, de la que me hiciste Hijo Adoptivo.

En la Colombina fuiste su alma, su entusiasmo en no detenernos ante nada. Contigo aprendí la humildad, el silencio y callar el dolor en las gestiones con barreras.

Pilar has sido una gran mujer. Una gran señora. Un ejemplo para todos y un orgullo para tu pueblo palermo que también es el mío.

Naciste en Asturias, pero elegiste Andalucía para llenarla con tu personalidad y valía. Y tu deseo fue quedarte aquí para siempre. Ya lo estás. Y ahora para la eternidad. La tierra de Palos te cubre y tu compañía más bella son las oraciones, las lágrimas y las flores que la brisa del río te llevaran con amor y silencio, pero nunca en soledad.

Pilar Pulgar Fraile, que Dios te dé la paz como tú le entregaste tu fe y tu amor.

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