Perspectiva y mesura

Se les puede ir la mano y entonces empezaremos, otra vez, a contar cadáveres de civiles

Se hace difícil hablar de otra cosa que no sea Cataluña en estos días. Pese a que hay muchas cuestiones más graves y de más calado que el traído referéndum. Hace unos días salieron los bomberos hacia México, a tratar de echar una mano en la caótica situación en la que el terremoto los ha dejado. No me consta que fueran muchos a despedirlos, a animarlos en su labor humanitaria. Y hablamos de 300 muertos, además de la destrucción que ha sufrido el país.

Tampoco mucha gente ha atendido la llamada a la movilización que muchas entidades humanitarias han hecho ante la vergonzosa respuesta de nuestro país al compromiso de acogida de refugiados: tan sólo han llegado 1.980 de los 17.337 comprometidos. Así que todas esas personas (niños, ancianos…) seguirán abandonados en algún campo de refugiados, esperando, esperando, esperando. Pero esa realidad no nos altera, no nos hace alzar banderas ni identidades.

Luego está lo del presidente de los Estados Unidos y su homólogo coreano, empeñados en subir el listón de la estulticia y de colocarnos a todos al borde del abismo. En una de estas bravuconadas se les puede ir la mano y entonces empezaremos, otra vez, a contar cadáveres de civiles que nada tienen que ver con esas bravuconadas. Pero con un panorama internacional tan quebradizo, nadie es capaz de pedir cordura a estos chicos malos, así que ellos se crecen cada vez más. Sin que eso nos preocupe demasiado.

Pero con Cataluña sí, ahí nos irritamos, alzamos la voz, insultamos, nos parece que estamos ante el problema de los problemas, ante la aberración de las aberraciones. Las redes sociales, los bares, los centros de trabajo, las reuniones de todo tipo, andan escarbando en un abismo, jugando a este juego tan nuestro de las dos españas, sacando las banderas, atrincherados en identidades más que cuestionables, dejando que lo peor de cada casa salga a pasear por el centro de la calle.

Creo que nos hacen falta dos cosas: perspectiva, para colocar las cosas en su sitio, para desdramatizar el panorama, para relativizar lo que ahora nos parece un todo; y mesura, para bajar el listón de los insultos, para escuchar al otro, para hacernos conscientes de que mañana tendremos que seguir viviendo juntos. No es tan grave lo que pasa, ni hacen falta tantos gritos.

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