No afirmaré que la democracia, ese sistema político basado en la soberanía popular, es el mejor régimen conocido hasta ahora, pero sí diré que en los casi 25 siglos de vida que tiene, se ha mostrado como el menos malo de todos los ensayados en los gobiernos del mundo. Los españoles, en los 40 años transcurridos en democracia, vamos aprendiendo a valorar la participación y la igualdad, pero parece que tenemos algún que otro problema con el uso de la libertad.

Sin ir más lejos, en el Congreso de los Diputados, marco de la democracia en nuestro país, si atendemos a la interpretación que hacen de la libertad los señores representantes políticos, podemos enrojecer de vergüenza sin mucha dificultad. Desde Rufián, que llevó un día al hemiciclo unas esposas para Rajoy, que grita cuando le mandan callar y gesticula e insulta a quién le contradiga hasta el Aspirante Casado, que utilizando lo que para él debe ser la libertad, no tuvo reparos en calificar a Sánchez, en pleno debate, de "traidor", "ególatra" u "okupa"; ni en compararlo con "alguien que comete delitos de narcotráfico" y se defiende de las acusaciones diciendo que él no insulta, solamente está calificando la situación. La última guinda la ha puesto un tal Morillo de un partido ultra (de cuyo nombre no quiero acordarme), acusando a los familiares de las víctimas del franquismo de "buscadores de huesos", sin atisbo de respeto, sin resquicio para la compasión y enarbolando como bandera el "tú más". Después, cerveza en mano, hablaría con sus jefes sobre una posible Ley de Concordia (¿qué sabrá él?).

Ante este plantel de figuras, no cabe otra que dudar qué persona tiene discapacidad intelectual y quién no. Después de esos ejemplos de cordura por parte de quienes deben dar ejemplo, cómo no aplaudir la reforma legal emprendida y aceptar que cualquier persona debe tener derecho al voto, ya tenga una discapacidad intelectual o una enfermedad mental. Ante tanto insensato, debemos celebrar como un éxito democrático el que 100.000 personas con discapacidad no sean discriminadas y estén ya preparándose para el acto de votar. Esta iniciativa, que hace tiempo promovió la ONU y después la Asamblea de Madrid, deja claro que poseer una discapacidad intelectual no puede ser un obstáculo para disfrutar de los derechos humanos. A partir de ahora, estas personas dejarán de tener una de las barreras contra las que tienen que enfrentarse cada día.

¿Quién tendrá una verdadera discapacidad intelectual?

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