Muchos, con tal de engañarse, dicen todo sigue igual. Pero no es cierto: estamos peor… ¡Mucho peor! Más fragmentación, más polarización, más división, más sopa de letras, menos posibilidades de gobernabilidad y desbloqueo. La multipluralidad que muchos aplauden ha llegado a extremos inquietantes. Así lo han querido muchos electores que votando a determinados partidos, que todos conocen, asumen el aliento a los nacionalismos separatistas, el excesivo intervencionismo y la implacable subida de impuestos. Y ahí estamos: los nacionalistas, aunque poco, siguen subiendo y la normativa electoral les favorece. Con esta ley electoral si no cambia y parece que seguiremos con ella ad eternum, tendremos entre tantos casos similares, que Cs con 1.637.540 votos tenga 10 escaños mientras ERC con 869.984 haya obtenido trece. Y Pedro Sánchez, al que le ha faltado poco para decir como Luis XVI, "l'Etat c'est moi", abocado al llamado gobierno Frankenstein como muchos se temen. Lo cual no garantiza ni gobernanza ni estabilidad ni lo que social, económica y políticamente necesita España. ¡Y con una abstención de vértigo!

Es llamativo como siempre a última hora que surjan plataformas, movimientos y manifiestos contra supuestas mentiras, atribuyéndoles "una parte importante de su argumentario político a través del falseamiento y la manipulación de datos e informaciones diversas", cuando callan o miran para otro lado siempre que las mentiras, los falseamientos, las manipulaciones y tergiversaciones, proceden del lado que ellos representan y que, muy a su pesar, abundan tanto como las que ellos atacan. Una vez más la izquierda patrimonializando la verdad o hegemonizando y dogmatizando la moral como propia y demonizando o criminalizando a quien no piense como ellos. Y lo peor de tanta falsedad es que muchos medios informativos la secunden.

Tengamos la Comisión del Parlamento de Andalucía para depurar responsabilidades por los graves hechos perpetrados por miembros de la Fundación Andaluza Fondo de Formación y Empleo, la tristemente famosa Faffe, que ha provocado la desbandada de los más altos dirigentes de la anterior Junta de Andalucía, negándose a declarar en el Parlamento. ¿Se imaginan qué ocurriría si los interpelados hubieran sido miembros del PP o Cs acusados de utilizar bienes públicos destinados a los desempleados para gastarlos supuestamente en francachelas y otras diversiones en un conocido burdel de Sevilla? Los corifeos delrégimen, nostálgicos del sistema y demás instrumentos mediáticos afines, hubieran desplegado titulares, crónicas y telediarios para condenar lo que ahora critican con la supuesta -utilizaremos el mismo término- intención electoralista. Parecen darle más importancia a ese presunto electoralismo que a los flagrantes abusos cometidos. Ahí están los andaluces que después de votar cuatro veces siguen sin saber qué pasa con el interminable proceso de los ERE.

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