La esquina

josé / aguilar

Pedro firma su epitafio

LA comisión gestora del PSOE ha echado la penúltima mano en el proceso de disolución de Pedro Sánchez. No con los expedientes contra los quince diputados que desobedecieron al Comité Federal y siguieron votando no a Rajoy, sino con la decisión de aplazar el congreso de la reconstrucción socialista. Se trata de abrir un proceso de debate ideológico y político antes que pelear por el liderazgo, que es lo que le gustaría a Pedro.

La última mano la ha puesto el propio caído en su avance imparable hacia la autodestrucción (¡como si sus enemigos internos necesitaran que él los incentive!). Se fue a Salvados para salvarse del olvido, pero dejó allí tres mensajes que acabarán ilustrando su lápida: que su gran error fue tachar de populista a Podemos y no trabajar con ellos codo con codo, que Cataluña es una nación y España una nación de naciones, y que hay que pactar con los independentistas si hacen falta para sacar a la derecha del poder.

Tres banderines de enganche que no van a funcionar. Un congreso socialista a corto plazo, en caliente, con la militancia cabreada por la abstención que ha hecho presidente a Rajoy, las sanciones a los parlamentarios discrepantes y la propia defenestración conspirativa de Sánchez quizás habría concedido a éste una mínima posibilidad de volver a ganar las primarias y regresar triunfante, como Napoleón tras el destierro en la isla de Elba. Un congreso reposado, en junio de 2017, sin debate centrado en el liderazgo y con un Pedro Sánchez que ni siquiera es diputado, tirado en la carretera y víctima segura de las zancadillas del aparato, lo sepultará definitivamente. Tendrá dificultades hasta para salir en los periódicos.

Cuando se atempere el cabreo de los militantes por el Gobierno del PP (hay que descontar los 24.300 que se han dado de baja en los dos últimos años), las razones de Pedro Sánchez en Salvados desvelarán rotundamente su inanidad. ¿Entregarse a los que quieren destruir al PSOE para ocupar su lugar y a los que niegan la unidad de España es lo que salvará a la socialdemocracia de su crisis? Para la mayoría de los afiliados socialistas, Pablo Iglesias no es mejor que Mariano Rajoy. Y no digamos para los votantes, que es lo que debe importar más.

Pero a Pedro lo que más le perjudica en sus ansias de retorno no es lo equivocado de sus planteamientos y lo errático de sus diagnósticos. Lo que más le aleja de los militantes socialistas es que les ha hecho perder dos elecciones. Eso sí que no se olvida.

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