Pasó un día y otro día, un mes y otro mes pasó", decía el verso de Zorrilla en el largo poema A buen juez, mejor testigo. Así pasan los días y seguimos con un Gobierno en funciones tras más de un mes desde las últimas elecciones y con una perspectiva llena de interrogantes con aciagas perspectivas de incertidumbre, inquietud y pocos atisbos de la estabilidad que tan urgentemente necesitamos. Y todo ello bajo el signo de la contrariedad, cuando sin contar con el apoyo de una mayoría parlamentaria el candidato a la Presidencia del Gobierno abandonaba La Zarzuela con el encargo del Rey, contrariando cuanto sostiene el art. 99 de la Constitución y sin la garantía del soporte de ERC, el partido independentista empeñado en dinamitar la Constitución y decidido a repetir la jugada secesionista como afirmaba en una entrevista en la cárcel su líder Junqueras. Y el compungido ministro Ábalos implorando apoyo a ERC como un atribulado menesteroso. Entre tanto que el saltimbanqui Iceta, -embebido en su cuenta de naciones-, logró el liderazgo de los socialistas catalanes, submarino de los nacionalistas y peligrosa carga de profundidad para el propio partido y para la normal convivencia política, afirmando que Cataluña es una "nación sin interferencias del Estado". Nada puede extrañar que los ánimos se hayan soliviantado en el socialismo en general. Las críticas del aragonés Lambán - "Negarnos el derecho a opinar era algo de los independentistas"-, del manchego García-Page, los expresidentes, el extremeño Rodríguez Ibarra, que ha amenazado con dejar el partido -"Si se forma Gobierno con Podemos, ERC y los independentistas, me iré del PSOE"- y el siempre prudente y acaramelado Bono, et alia... Por parte de los republicanos catalanes siguen en lo suyo, la movilización, la desobediencia y un posible nuevo referéndum ilegal. Y lo que resulta inconcebible lo que es a todas luces una descarada venganza es que el Gobierno impida a la Junta de Andalucía financiarse en los mercados por los desvíos de 2018, cuando, como todos saben, gobernaba Susana Díaz y la consejera de Hacienda era Mª Jesús Montero, ministra en funciones que ahora preconiza esa imposición. Y todo cuando la actual Junta tiene aprobados los presupuestos de 2019-20 y ha normalizado la situación económica y ha equilibrado las cuentas a pesar de la penosa herencia recibida, además de otras corruptas fechorías y desmanes económicos bien evidentes. Una acción intervencionista, interesada, injusta y sectaria del Gobierno que, además de demoler los planes fiscales del actual Ejecutivo andaluz, determinará recortes en los servicios, especialmente sanidad y educación, lo que no ha acometido con otras autonomías, ensañándose con Andalucía. Un despreciable sectarismo y una afrenta a Andalucía realmente vergonzosos. Intervencionismo puro y duro. Total: seguimos perdidos en este inquietante laberinto. Aun así: ¡Feliz Navidad!

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