La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

'Passio secundum populum'

Acertó Muñoz y Pabón al definir la Semana Santa como 'Passio Domini nostri Iesu Christi secundum Populum'

Qué difícil es hacer comprender a quienes creen que sólo es una fiesta, ya sean frivo-frikis o beatos, extremos que se tocan, que la Semana Santa sevillana puede ser una honda experiencia religiosa; que lo que estos días no vivimos a causa de la pandemia no es sólo gozo estético, celebración cívica, afición o religiosidad sentimental, sino sobre todo una reafirmación de la fe.

Que Bach dijera a Dios en música, San Juan de la Cruz en palabras o Velázquez en pintura tiene que ver con su fe personal y su genio. Y, por desgracia, sus obras no llegan a todos. La Semana Santa sevillana es otra cosa. Hay arte, y del más alto, en las prodigiosas imágenes de Montañés, Mesa, Ocampo, Roldán o Gijón. Pero en torno a ellas Sevilla ha creado esa prodigiosa suma de bellezas y emociones que hacen próximo y familiar el encuentro con Dios, abriéndolo a todos. Y esto es lo importante. La obra de arte, la imagen, vive al ser vivificada por la devoción que ella, a su vez, vivifica; es un círculo de vida que plantea y resuelve los más complejos temas de la teología haciéndolos asequibles a todos. "Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob, no de filósofos y de sabios" anotó Pascal cuando Dios se le reveló. De esto va la Semana Santa sevillana. "Riqueza surgida de la fe" llama Benedicto XVI a la música sacra occidental. Así se puede definir la Semana Santa sevillana.

Como acertadamente la definió Muñoz y Pabón, la Semana Santa sevillana es Passio Domini nostri Iesu Christi secundum Populum. Comentándolo, escribió Sánchez del Arco en Cruz de guía: "Esto es toda la Semana Santa en Sevilla: la Pasión de Jesucristo según el pueblo. Yo no encuentro definición más feliz y exacta". Yo tampoco. Y añade: "El Drama de la Redención según el pueblo de Sevilla, la Semana Santa como es, no como fue; porque a lo que se aspira no es a una evocación historicista, ni a una memoria arqueológica, sino a una viva realidad. Ni siquiera se contenta el sevillano con unos devotos ejercicios espirituales. Su carne, todo lo sensitivo del cuerpo perecedero, siente con vehemencia meridional el dolor humano de la Redención… En la unión de lo divino con lo humano, esta parte sensible, corporal, física, la entiende el sevillano según su mismo dolor… Actúa aquí una intuitiva teología". Basta ir estos días a San Lorenzo, donde en sus fechas y sin raras invenciones se celebra el besamanos del Señor, para verlo, sentirlo y vivirlo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios