Me recuerdan, oyendo en la radio un programa de cine, algunas de las películas más valoradas en las décadas de los 40 y 50 del pasado siglo, a mi juicio la época mas dorada en la Historia del Cine. Varias de ellas interpretadas por aquel gran actor que fue Clifton Webb, del que casualmente hace unos días se cumplió un nueva aniversario de su muerte, el 13 de octubre.

Su nombre me ha hecho recordar su estancia en Huelva, porque él pasó por aquí, en 1955, donde tuve el gusto de conocerle y charlar con él. Su presencia se debía al rodaje en nuestra ciudad de un caso bien conocido en el espionaje en la Segunda Guerra Mundial y que sigue siendo admirado por los onubenses. Me refiero al film "El hombre que nunca existió".

Clifton, fue un artista que hizo de todo en su carrera profesional desde bailarín, cantante, hasta destacado actor cinematográfico con dos Òscar en su haber.

Como aficionado al cine nunca olvidaré aquellas interpretaciones en "Laura", "El hundimiento del Titanic", "El filo de la navaja", "Doce por docena", hasta llegar al "El hombre que nunca existió" a cuyo rodaje de las escenas onubenses asistí, junto a recordados amigos como Gregorio Fidalgo, Jesús Arsencio, Juan Galiana y otros.

Fue en el verano de 1955, cuando una tarde de julio, me avisan que ha llegado el equipo que iba a rodar "The man who never was" y que estaban realizando unos planos en el Paseo del Bacalao. Allí contacté con varios amigos de la productora inglesa que me informaron de la presencia en Huelva, al día siguiente, del protagonista, Clifton Webb.

Mi hermano Antonio, alcalde de Huelva y yo le saludamos en el Hotel Victoria, en la calle de los Herreros y compartimos una agradable charla, que prolongué un día mas, hasta terminar el rodaje en nuestra capital, en el camposanto de la Soledad, desde donde marchó a Sevilla para volar a Madrid.

Las veces que hablé con el actor nacido en Indianápolis y fallecido en 1.966 en Hollywood, descubrí una personalidad muy distinta a la de los personajes que evocaba en sus películas. Hombre serio, de pocas palabras, pero expresivo en sus comentarios. Un poco exigente y dejando notar las carencias que notaba en su viaje a España. De Huelva protestaba sobre las plagas de mosquitos que en aquella época, desgraciadamente, eran horribles. También hacía de menos la falta de Coca Cola, todavía no muy populares aquí, Hablaba mucho de su madre, Mabel que le había metido la afición de artista y por supuesto del interés que le había despertado la historia de William Martin.

Y como vino se fue. Un paso rápido por una ciudad que estaba despertando de su larga siesta de paz y tranquilidad.

La película, con escena onubenses, triunfó en el mundo y en mi libro "El enigma de William Martin", el primero publicado en España sobre este apasionante caso de espionaje, dejé fotos de aquel rodaje y del paso del Clifton Webb por nuestra ciudad. Tempus fugit. El se marchó pero el enigma, sigue.

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