Esta columna de hoy no la firma ninguno de los autores habituales. O mejor dicho: firmamos colectivamente. Y es que esta columna se ha quedado un poco huérfana. Hace ya 26 años que Paco Oliva, periodista y sacerdote jesuita, dejó en nuestras entonces inexpertas manos la continuidad del espacio que firmaba diariamente en Huelva Información. Oliva había sido expulsado de Paraguay por la dictadura de Stroessner, luego desarrolló su trabajo pastoral en varios países latinoamericanos y finalmente recaló en Huelva, donde reside su familia. Aquí pasó diez años. Ayer recibimos la noticia de su fallecimiento en Paraguay, la que ha sido su patria en estas últimas décadas y donde se ha convertido en un referente de lucha por los derechos humanos.

Paco Oliva (el Paí Oliva, padrecito, como lo llaman los paraguayos) tiene en su haber muchos logros y muchas derrotas. Así fue también en Huelva: de su paso por la ciudad no quedan obras materiales, pero sí quedan personas. Es la herencia más difícil, porque está sujeta a las probabilidades misteriosas entre las que se abre paso la vida… Por el Centro San Francisco, el enclave pastoral de los jesuitas que fue su trabajo principal en esta tierra, pasaron cientos de jóvenes. Luego, un puñado de ellos continuaron esa labor en el Proyecto Dos orillas, que se ha mantenido fiel a muchas de las intuiciones de Paco: el trabajo en red, la necesidad de transformar las estructuras, la incidencia política, la presencia en espacios y problemáticas fronterizas... Oliva nunca se fue del todo de Huelva, donde volvía periódicamente en visitas cortas e intensas. Aprovechaba para estar con los suyos y para reforzar vínculos solidarios: a través de Diputación, muchos onubenses viajaron a Paraguay y participaron en sus proyectos, y se pusieron en marcha programas de cooperación en municipios de la provincia. Esos vínculos demuestran que juntos podemos cambiar el orden injusto de las cosas y caminar hacia otro mundo posible.

Este mismo periódico que sostienes (aunque sea en versión digital) ha publicado cientos de artículos de Paco Oliva, artículos que procuraban posicionarse siempre del lado de los más débiles. Desde aquí recordamos orgullosamente su legado: un estilo de vida, una forma incansable de trabajar, un espíritu de lucha. Y sobre todo, una visión desde la esperanza: "¿Vencer o morir? ¡Vencer y vivir!", era uno de sus estribillos constantes. Hoy sabemos que su ejemplo vivirá para siempre.

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