Después de asistir por enésima vez a un discurso impostado de supuesta socialdemocracia por el Presidente de un Gobierno social - comunista, de indiscutible legitimidad, pero no equiparable a la definición que se pretende concretar cara al público.

Difícilmente, cuadra con ello la tendencia endogámica del protagonista, como tampoco los pactos con golpistas e independentistas, por mucho que se blanquee la relación.

Como queda en evidencia con la presentación de los PGE, todo un galimatías de cifras sin lógica alguna en los tiempos económicos que vivimos. No se entiende, y no hay que ser ningún experto, que se presuma de la expansión del gasto, gracias a un aumento recaudatorio por vía impositiva y que se estima en 17.000 millones cuando resulta que en el pasado ejercicio hubo un desfase a la baja de unos 3800 millones respecto a lo previsto. Si a ello no se añade un aumento de la productividad, en paralelo a la mejora del empleo para posibilitar el aumento de los ingresos, no solo no se alcanzarán los objetivos previstos, sino que quedarán, por ello, muchas partidas de la ejecución presupuestaria sin cumplimentar. Este es, a mi juicio, el verdadero perfil de calidad de las cuentas estatales.

Todo lo demás, son meros coartadas, literariamente atractivas, pero escasamente tangibles y realistas. Sí, el progresista reconvertido, mitineramente, en ¿socialdemócrata?, nos vende retos de Agendas futuribles, cuando no tenemos para el presente, costes de la luz, combustibles… IPC, en general y, por supuesto, transición ecológica, transformación digital… la intención y acusación de "dumping" fiscal al PP, donde gobierna, en lugar de mimetizarlo, sin contar la presión a los autónomos, impuesto sociedades… en fin todo un alarde de virtuosismo social - demócrata dirigido al ¿bienestar? Del bolsillo de los ciudadanos, y a sus tendencias ahorradoras.

Queda claro, pues, que se fía todo a previsiones no muy bien sustentadas según los criterios de crecimiento ofrecidas por el Banco de España, FMI o la OCDE, por mucho oxígeno económico que nos llegue de la UE.

Por último, el proceso. Todo el entramado económico planteado, en lo cuantitativo, tiene un coste añadido de contenido político y es la factura de los socios independentistas, lo que implica - como decíamos el otro día - una clara asimetría en el reparto territorial.

Dicho esto, prefiero esperar a próximas fechas para comentar el nuevo y ya habitual, además de histórico, agravio a Huelva, desde el punto de vista presupuestario. Dado que los políticos onubenses, naturalmente del PSOE por proximidad al Gobierno, que no están ni se les espera, supongo que supondrán, de una vez, una reacción por parte de la "sociedad civil" de Huelva, dado que las "inversiones reales" para nuestra provincia, son lamentables y hasta vergonzosas.

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