Julio ha empezado "calentito" con la preocupación de los 185.173 maestros y maestras que se han presentado a las oposiciones con la esperanza de conseguir alguna de las 30.562 plazas convocadas en todo el país (3.800 para Andalucía); generosa oferta fruto de aquella marea verde, que recorrió ciudades demandando el fin de la precariedad de empleo para los maestros. Porque aumentando el número de ellos, además de beneficiar a los aspirantes, estabilizará las plantillas y, sobre todo, crecerá la mejora educativa. De ahí la importancia de cuidar cómo seleccionar a los mejores.

Los accesos a esta profesión son muy variados. En Europa, solo cuatro países (España entre ellos), deben superar una oposición para acceder a la función pública. En Finlandia, por ejemplo, el aspirante deberá ir pasando una serie de filtros, desde una evaluación nacional, hasta trabajos grupales y entrevistas personales.

Parece lógico que a diferentes trabajos, se exijan diferentes requisitos. Pero esta obviedad no cala entre los administradores de la gestión pública en nuestro país, que no se rompen mucho la cabeza y convocan oposiciones, como toda la vida, aunque las vayan adaptando a los nuevos tiempos. Ningún aspirante a un trabajo público se librará de demostrar, antes que nada y como si fuese lo más importante, el conocimiento que tiene sobre la teoría relacionada con su profesión. A ver si nos enteramos, las personas que posean una buena memoria tienen en este país más posibilidades de aprobar unas oposiciones, aunque carezcan de habilidades comunicativas, a pesar de que sea inútil retener conocimientos con la cantidad de medios que existen para informarse.

Quizá sea esta la inspiración por la que la Consejería de Educación y Deporte andaluza haya probado originales modalidades de selección: Una: someter a una parte de los candidatos a pruebas de supervivencia en entornos ajenos. Así, a opositores matriculados en Huelva se les adjudica un tribunal de Cádiz o Jerez o Málaga, sin dar razones y con todo lo que conlleva. Dos: prueba de tolerancia. Se les pone por delante a los candidatos de Pedagogía Terapéutica una prueba mal redactada y confusa, que obliga a invalidarla y se repite luego. Midió la paciencia de opositores y tribunales de PT, un éxito de originalidad. De modo que cuando acabe este caos, qué menos que mandarles a escribir cien veces a los responsables del desatino: "Los opositores serán evaluados en las mismas condiciones y bajo los mismos criterios".

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