Objetivo no conseguido

No es digno utilizar una moción de censura para acorralar o debilitar a quien no está en el gobierno

Por fin finalizó la moción de censura presentada por Vox y lo de por fin no es gratuito. La adecuación al momento es un tema crucial. Todos aprendemos a hacer muchas cosas, pero debemos o, al menos, deberíamos ser conscientes de que hay situaciones en las que procede exteriorizar lo que sabemos o queremos y que existen otras en las que no. Esa distinción es importante tanto en las vidas personales como en la esfera política. Por ello, creo que el primer error de Vox ha sido ese. Con los graves problemas que tenemos de salud y económicos, ¿era la ocasión para esa iniciativa que a todas luces no saldría adelante? La respuesta es clara: no. Pero vamos a más, ¿para qué se hace uso de una moción de censura? Pues tendría que ser porque se dan unas condiciones extremas que exigirían cambiar de gobierno. Pero aunque sus dirigentes estén convencidos de que nos encontramos en esa coyuntura, en una democracia, los votos son los votos y sin ellos no se consigue nada. ¿De quiénes esperaba apoyo? ¿Creía que lo proporcionaría el PP? De Ciudadanos era claro que no. En este aspecto Abascal y los suyos se han equivocado rotundamente. Entonces, ¿cuál era la intención? Desde luego, tal como todo se ha desarrollado, ni Garriga ni Abascal han convencido de que la moción se sustentaba en el creencia de que estamos en una circunstancia excepcional que les obligaba moralmente, lo que se ha traslucido de manera diáfana son tres cosas: una, aprovecharse de la visibilidad de una actuación de ese tipo; dos, ofrecer refuerzos a sus acérrimos para mantenerlos a su lado; y, tres -clave-, acorralar y debilitar al PP. Por supuesto que Vox está en su derecho de hacer eso, pero una moción de censura para atacar a quien no ejerce el gobierno no es la vía y no es digno utilizarla políticamente, muchísimo menos, ahora. En verdad, su último objetivo no lo ha conseguido; hay que reconocerle a Pablo Casado que tenía preparado una intervención dura, directa y contundente. Pero, aparte de lo citado, resulta alarmante que Vox prefiera un gobierno franquista que uno salido de las urnas, aunque sea pésimo, y que se posicione contra el europeísmo, el multilateralismo y las autonomías. ¿Quiere regresar a un pasado felizmente superado? No se le debe olvidar que muchos de sus votantes son fruto de la indignación, no de un alineamiento ideológico con él. Es muy posible que Vox, si no cambia, haya alcanzado su techo político, desde el que irá descendiendo hasta resituarse en la marginalidad.

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