Normalización de la inestabilidad

Con la moción de censura seguro que ha habido un importante mercadeo; en política nada es gratis

Uno de los asuntos que llama la atención de Italia es la reiterada convocatoria de elecciones. Constituye todo un ejemplo de inestabilidad en Europa. Ahora, por ejemplo, está al borde de tener que llamar a las urnas a sus ciudadanos, y si se superaran todos los escollos para la formación de un gobierno, no sería extraño que surgiera después algún inconveniente que lo tirara por los suelos. En un contexto con esas características es lógico preguntarse acerca de la bondad o no de estas y la primera respuesta inicial es que son perjudiciales. Ya se sabe cómo afectan a la economía y a la resolución de múltiples problemas sociales. Sin embargo, no parece que cambiar la legislación electoral ni otros aspectos normativos que influyan en esa incertidumbre del poder ejecutivo sea una prioridad para los italianos; por lo menos, eso parece desde aquí. Esa actitud no deja de despertar algo de sorpresa, porque se supone que todos queremos no sólo estar bien sino, si es posible, mejor. Las explicaciones al respecto pueden ser muy diversas, sin ser excluyentes, y quizás una de ellas sería la de que colectivamente, después de un cierto periodo que les inquietara, hayan terminado normalizando dicha inestabilidad, como algo inherente a los sistemas políticos democráticos; algo así como que representa la servidumbre o precio a pagar por su disfrute. Por supuesto, en ellos los cambios deben ser una opción, pero eso es una cosa y, otra diferente, la excesiva precariedad temporal gubernativa. Pues bien, si se fijan verán que da la impresión de que en los últimos tiempos nos estamos pareciendo cada vez más a los italianos, profesando, en relación con el gobierno del Estado, la máxima de que lo más seguro es que ya veremos. Al margen de cualquier pronunciamiento a favor o en contra de la moción de censura, es constatable que el PP tiene cruda su estabilidad, con dimisión o sin dimisión de Rajoy, pero los socialistas si se salen con la suya tampoco, salvo que claudiquen ante cualquier petición de quienes les den su voto -nada hay gratis-. Si no lo hicieran los pondrían en aprietos, con un sistemático acoso y derribo, y probablemente, vendrían otras elecciones. Sería interesante conocer las negociaciones que haya efectuado Pedro Sánchez, porque haberlas las ha habido sin lugar a dudas, a pesar de que lo niegue. El mercadeo ha existido. Tendremos que estar vigilantes y esperemos que no caigamos en una especie de indefensión aprendida, aceptando como normal la continua inestabilidad.

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