Las palabras encadenadas es un juego muy entretenido, recomendable para todas las edades. Como sabemos, se trata de que los jugadores digan palabras en las que cada una comienza con la sílaba en la que terminó la anterior. Aunque en la ortodoxia del juego no se admiten los nombres propios, se me ha ocurrido iniciarlo con el del futbolista que ha protagonizado el culebrón periodístico del verano: Neymar de Silva Santos Junior. Dotado de una técnica extraordinaria, parece llamado a ser el sucesor en el trono del deporte rey que ocupan Messi y Ronaldo. Sin embargo su fama se incrementa exponencialmente por dos razones claramente extradeportivas. La primera es la de ser la pieza clave de un negocio en el que se juegan cientos de millones de euros en cifras de fichaje, imagen publicitaria, marcas de camiseta…; negocio con aspectos tan sonrojantes como el episodio del Barcelona, club que le vendió por un precio récord y que ha querido recuperarlo de la galaxia parisina-arábiga del PSG en la que ahora orbita. La otra razón es su vida privada, abundante en escándalos jaleados por una corte de jovenzuelos, satélites que giran en torno al astro que les da buena vida.

Continuando el juego, me ha parecido coherente ligar al futbolista brasileño con otro argentino de una generación anterior, Diego Armando Maradona. Considerado por muchos entendidos como el mejor futbolista de la historia (con permiso de O rei Pelé), deificado en su patria y en Nápoles, su momento de máxima gloria lo vivió en el Campeonato del Mundo de México, en el que Argentina ganó a Inglaterra gracias a un gol tan perfecto que hizo llorar de emoción al locutor que narraba el partido, y a otro que remató ilegalmente con su mano, "la mano de Dios". Ante estas hazañas, es natural que se pasen por alto detalles de menor importancia, como sus modales frecuentemente groseros o su drogadicción.

No estoy en contra del fútbol deporte ni siquiera del fútbol espectáculo, pero creo que hay una responsabilidad en los directivos que manejan el negocio y en el público que lo sustenta para que los héroes que ellos crean tengan un componente de ejemplaridad. Por eso, continuando con las palabras encadenadas, después del tándem inicial Neymar - Maradona, propongo mejorar la serie, no ya en virtudes deportivas sino sobre todo en valores, con una figura nacional cuyo nombre debe empezar por Na, ¿qué les parece Nadal?

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios