Nevadas

La sobreprotección está creando unos ciudadanos infantiloides y muy poco dispuestos a usar la cabeza

C UANDO el huracán Sandy se acercaba a los Estados Unidos, todos los vecinos de mi calle se pusieron a limpiar con un aspirador de hojas los sumideros y las aceras. Despejaron todos los desagües y procuraron dejar la calle lo más limpia posible. Recuerdo que me sorprendió ver aquello -yo también tuve que limpiar mi parte de calle- porque un europeo no está acostumbrado a hacer esta clase de cosas. Para nosotros, el Estado es quien debe ocuparse de limpiar las calles cuando hay una emergencia, ya que para eso cuenta con brigadas de limpieza, bomberos y equipos de protección civil. Pero en Estados Unidos las cosas son diferentes: el Estado tiene una presencia limitada, y cuando las cosas se ponen feas, cada ciudadano debe cuidar de sí mismo. Y si se ha anunciado una gran tormenta de nieve, se lanza el aviso a la población para que nadie coja el coche. Y eso es todo.

Aquí, por supuesto, las cosas son muy distintas. "Es que no hay información", clamaban indignados los conductores que quedaron atrapados por la nieve en las autopistas. Hombre, vivimos en la era de eltiempo.es y no hay conductor que no circule sin su móvil (a veces incluso tuiteando o guasapeando mientras conduce), de modo que exigir información climatológica suena a rabieta o a queja de niño consentido. Es cierto que hubo imprevisión por parte de las autoridades y que las cosas se podrían haber hecho mejor, pero esa obsesión nuestra por echarle las culpas al Estado -o a quien sea- sólo demuestra que estamos muy poco dispuestos a ejercer nuestra responsabilidad individual. En Asturias hubo hasta un grupo de gente que se subió al Angliru, ni más ni menos, en un 4x4 sin cadenas y sin llevar ropa de abrigo. Luego, claro, se quedaron atrapados, y como la grúa no podía llegar hasta donde estaban, se quejaban indignados: "Es que estamos en playeras". Evidentemente, la playera es el calzado más adecuado para meterse en la alta montaña cuando hay una altísima previsión de tormentas de nieve.

El sistema americano, con un Estado muy débil y sin protección social alguna, es una salvajada, en eso estamos de acuerdo. Pero también es verdad que la sobreprotección a la que nos estamos acostumbrando en los países más prósperos de Europa está creando unos ciudadanos infantiloides, quejicas y muy poco dispuestos a usar la cabeza. "Es que estamos en playeras". Pues eso.

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