Negacionismo

Y en estas estamos: cualquier cosa con tal de gobernar con un mínimo de altura política o de visión a largo plazo

La palabra "negacionista" se oyó por primera vez en los años 80, cuando un historiador -o más bien pseudohistoriador- británico, de nombre David Irving, empezó a cuestionar el exterminio planificado de judíos durante el Holocausto. Basándose en informes fraudulentos, Irving intentó demostrar que no habían existido las cámaras de gas de Auschwitz. Además, Irving se empeñaba en decir que Hitler no sabía nada de la Solución Final y que el diario de Anna Frank era una falsificación. Por lo visto, Irving no cayó en la cuenta de que exonerar a Hitler de la aplicación de la Solución Final implicaba reconocer que esa Solución Final había sido llevada cabo por los nazis. Como es natural, la coherencia y la verosimilitud no tenían mucha importancia para un papafrita como Irving.

Lo que nos interesa aquí es que las polémicas suscitadas por Irving -que fue refutado por multitud de historiadores fiables- pusieron en circulación el término "negacionismo" y "negacionista". Y de la misma forma que Irving actuaba como un negacionista del Holocausto, al poco tiempo empezaron a surgir otros pseudohistoriadores que negaban el genocidio armenio de 1915 o el genocidio tutsi en Ruanda. También surgieron otros negacionistas que negaban la represión stalinista en la URSS del Gulag o que ponían en cuestión los crímenes a gran escala en la China de Mao. Pero en general, el negacionismo se asoció siempre a grupos organizados de la extrema derecha, con indisimulables ideas filofascistas y antisemitas, que fundaban su argumentación en teorías disparatadas y en testimonios fraudulentos.

En estos últimos años, los negacionistas se han extendido hacia los movimientos de opinión que ponen en cuestión los avances científicos y defienden las prácticas de la pseudociencia. Y como es natural, con la epidemia del Covid han empezado a surgir negacionistas de debajo de las piedras, sobre todo los negacionistas de las vacunas. Pero lo mejor de todo es que la palabra -y el concepto- ya se han trasladado a la política. Y Pedro Sánchez ya está acusando a la oposición de hacer "negacionismo" por no apoyar su política (una política, todo sea dicho, que no es más que un disparatado tratado de pseudociencia para ilusos). Y en estas estamos: cualquier cosa con tal de gobernar con un mínimo de altura política o de visión a largo plazo.

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