UNA semana atípica para la preparación de una finalísima en Mallorca, donde los puntos tienen más valor que lo sucedido ante el equipo de Schuster. Lo pasado no tiene solución y el presente es el futuro más inmediato. Aquí, en Huelva, por desgracia el choque del Ono Estadio no ha pasado al primer plano hasta el jueves, cuando debió prevalecer la mentalización y concentración sin entrar en la dinámica viciosa de estar a nivel nacional machacando los incidentes frente al líder.

Esto no ha sucedido en el Real Mallorca, que antepuso la trascendencia del choque como la referencia para el devenir del último tercio de la Liga por el alto valor cuantitativo que depara la visita de un Recreativo acuciado. Allí ha lanzado SOS a la afición, reclamos de ganar por lo civil o lo criminal, ir todos a una. Si queremos en Huelva seguir viendo al Madrid, Barcelona... es necesario sumar en los partidos que se juegan en nuestro patio y también en el patio del vecino implicado.

Ahora, le separan dos puntos y al término de la primera vuelta el margen era de uno para el favorito, el bloque de Manzano, un técnico que nunca perdió en la elite ante el Decano, que dispone de un plantel de mucha calidad de medio campo hacia arriba con los rápidos y cotizados argentinos Trejo y Jonas para auxiliar a la pareja letal Güiza-Arango, que han recuperado la puntería y llevan 20 de los 37 goles del equipo. El jerezano tiene entre ceja y ceja al Recreativo y se ensaña cada vez que se cruzan. Que la racha se corte.

La pizarra táctica de ambos dicta una conjura: la anhelada victoria es un alivio. El Real Mallorca es el único equipo que no conoce la derrota en la segunda vuelta. Después de detectar expectativas se ha paralizado: ocho partidos sin perder y cinco sin ganar, sólo surgen empates. Zambrano busca reparar el crédito del Recreativo. Puntuar es mejor que perder, pero triunfar sería un golpe de autoridad.