La colmena

Magdalena Trillo

mtrillo@grupojoly.com

La Navidad del BOJA

La pregunta es muy sencilla: ¿estamos dispuestos a exponer a nuestros mayores, amigos y familiares más vulnerables?

San José supera los 18 metros, la Virgen María llega a los 17 y viene en camino un Niño Jesús, con pesebre incluido, que tendrá más de tres. Al Belén de chocolate de Rute lo han adelantado estas Navidades por la izquierda. Bueno por lo alto. Alicante está terminando de montar el "Belén más grande del mundo" y ya tiene entrada directa al Libro Guinness de los récords. Desplazará al oficial de México y se convertirá en reclamo turístico justo el año en que los alcaldes se enfrenta a un dilema sin respuesta: poner luces, embellecer las ciudades y abrir las puertas a los viajeros o reforzar los controles de tráfico, exigir PCR casi a pie de carretera y velar por que los datos de la pandemia no se disparen.

La Navidad es bullicio; dentro y fuera de las casas. El Gobierno fijará una hoja de ruta de mínimos, las autonomías determinarán la letra pequeña de las restricciones y en los pueblos se hará lo que se pueda. Será al final una cuestión de responsabilidad personal y familiar. Ni en Andalucía se ha podido controlar la movilidad este mes por mucho que así lo decretara la Junta (es una obviedad que no hay policías ni guardias civiles suficientes) ni tenemos un ejército de inspectores que vayan casa por casa la próxima Nochebuena para ver si están cenando 6 mayores o 10; si los menores tienen menos de 14 años y si hay algún infiltrado.

Llevamos meses soportando el precio de la batalla contra el coronavirus, pero seguimos instalados en un escenario cortoplacista que va de las limitaciones de nuestras libertades al impacto sanitario, económico y social de la pandemia. Tan duro como incierto. Pero pasará. Y nos recuperaremos... La pregunta inmediata toca a la Navidad y es muy simple: si queremos exponer a nuestros mayores; si nos queremos arriesgar con los amigos y familiares más vulnerables. Incluido el meme del cuñado que ya vuela en las redes encapsulado en la pantalla del móvil. La alternativa sensata sería pasar página hasta la Navidad del 2021 y no es una decisión fácil. No cuando significaría reemplazar ese carpe diem que se agiganta cuando vuelan las hojas del calendario por un obligado sentido de la responsabilidad.

Y entonces la pregunta de la Navidad deja de ser simple. Porque salta justo cuando no tenemos nada claros cuáles son los valores de esa nueva sociedad que debemos construir; justo cuando hay que asumir que son decisiones personales que tendrán consecuencias personales sin que podamos refugiarnos en el frío articulado del BOJA.

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