Crónicas levantiscas

Juan Manuel Marqués Perales

Nadie gana hoy

Una de las características que avisa del dirigente demócrata que encubre al autoritario es su deslegitimación del contrincante. Trump es un ejemplo. Por eso, el parlamentarismo democrático está reñido con los vetos, quien entra en una cámara legislativa debe saber que se trata de negociar, de ceder y de pactar. El resultado de unas elecciones parlamentarias no es el de un partido de fútbol, donde uno gana y otro pierde, sino el de una representación proporcional al electorado. Se trata, por tanto, de acordar. Quienes se han jactado del final del bipartidismo no pueden oponerse al acuerdo, pues sin éste es imposible armar mayorías en un Parlamento que no es que esté fraccionado, sino que es tan plural como la propia sociedad. Lo peor que podría ocurrir es que estas elecciones de hoy se tuvieran que repetir dentro de cuatro meses. Descrédito. Pero la responsabilidad del acuerdo no es de los menores con el mayoritario -pongámos por caso, de Ciudadanos o de Adelante Andalucía con el PSOE-, sino de todos: hoy no gana nadie, uno queda primero, que no es lo mismo. Nadie gana en esas elecciones el derecho a gobernar, gobierna quien suscite más acuerdos dentro del Parlamento. Aunque comprendo la estupefacción de algunos electores que, después, ven cómo pactan quienes tanto se han criticado, denigrado e insultado.

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