Siempre el mundo del cine ha estado vivo y presente en mis actividades y aficiones. Este mes de agosto la marcha de algunos amigos vinculados a esta profesión me han traído con el pesar de su ausencia la nostalgia de aquellos años en que compartimos amistad, conocimiento o fortuitas presentaciones que me afianzaron en las interioridades de ese mundo del celuloide de los 35 mm.

Yo me considero de los del 35 mm. por edad y técnica. Y de los 8 mm. y súper 8, por afición y práctica. La era digital me fascina en el cine, pero me coge tarde. El cine sigue siendo una de mis asignaturas frustradas en el tiempo y mantenida con constancia, lectura y visionado en los distintos sistemas de hoy día.

Hace pocos días me enteré de la muerte de un gran amigo, al que admiraba y al que conocí en años de juventud, manteniendo en la distancia amistad y coloquio cinematográfico: Basilio Martín Patino.

Cuando en los años cincuenta iniciamos nuestra amistad, la mente joven estaba llena de ideales, de símbolos, de ansias nuevas que nosotros volcábamos en el cine. Después de años de cine pobre lleno de carestías, llegó la guerra y la cinematografía nacional se encorsetó en ideas, en cartón piedra y en unas férreas directrices que nuestro espíritu juvenil ansioso de libertades veía encorsetados y con difícil salida.

Yo dirigía el Cine Club Universitario de Cádiz, ligero resquicio de la época donde visionar algunas películas no comerciales y a través de algunas embajadas amigas títulos muy escogidos, así como en ocasiones cintas prohibidas por la censura que nos llegaban de otros Cine Clubs más importantes como los de Valladolid y Salamanca. Nuestra ilusión era ver un cine distinto y cooperar a esparcir la semilla de un cine nuevo -revolucionario para aquella época- que diera perspectivas de claridad y amplitud ideológica a la profesión.

Pues bien, todo esto lo compartí y aprendí con Basilio Martín Patino, líder de un movimiento que tuvo su cenit con un Manifiesto del Cine Español, realizado después de unas intensas jornadas que vivimos un gran número de aficionados, profesionales y gente del cine en general, donde tras una larga exposición, terminábamos con la frase: "El cine español ha muerto. ¡Viva el cine español!".

¡Cuántos años ya! ¡Qué tiempos de juventud y de luchas llenas de ilusiones!

Después un poco de calma, las cosas variaron y Basilio desde aquella Nueve cartas a Berta nos comenzó a ofrecer una serie de películas bien hechas y con interés, sin olvidar a Canciones para después de una guerra que se proyecto después de un tiempo en el cajón de la censura.

Amigo Basilio, viviste para el cine, pero él te dio lo mejor de tu vida: la profesión que te gustaba y por la que diste todo. Gracias. Y hasta siempre.

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