La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Muertes de perro

Indigna la larga agonía de 4 días de un perro abandonado en una azotea, atado, al sol, sin comida ni agua

Ya sé que suceden cosas mucho más horribles, que un ser humano es un ser humano y un perro es un perro, que, aunque se quiera mirar para otro lado, los niños que se ven en los anuncios de Save the Children o Unicef parten el corazón de quien lo tenga. Ya sé que hay prioridades. Y también que, como escribió Javier Marías, vivimos tiempos de una estúpida "perrolatría". Y que, como ha escrito Fernando Savater más recientemente: "Hoy los perros mascotas gozan de restaurantes pet-friendly donde se les sirven menús especiales para sus gustos, y después de saborearlos se les ofrecen sesiones de cine adecuados para ellos (…) y hasta funciones de teatro perruno… Hay que estar elegantes y eso se consigue en las tiendas de moda canina donde los animalitos (…) pueden encontrar desde un sombrerito hasta un par de botas y por supuesto los últimos modelos de moda canina diseñados por firmas importantes… En España hay ya más hogares con perros que con niños. Nada más lógico, en vista de que el aborto es un derecho humano y pegarle una patada a un chucho un serio delito" (The Objective, 24-7-22).

Ya sé todo esto, y comparto lo escrito por Marías y Savater, lo que no impide que me indigne y estremezca la larga agonía de cuatro días de un perro abandonado en una azotea, atado, al sol, sin comida ni agua. Ha sucedido en Torrevieja. Los vecinos, que lo han grabado, llamaron una y otra vez a las autoridades sin obtener más que excusas. No se podía hacer nada. Nadie respondía a los agentes que se personaron varias veces en la casa y, por lo visto, está prohibido acceder a ella. Aunque hubiera bastado una escalera de bomberos para rescatarlo.

El espectáculo del perro agonizando nos ha devuelto, pese a los avances sociales y legales que ya no disculpan el maltrato a los animales como algo natural y los castigan, a los tiempos en que del negro destino de los perros nacieron las expresiones vida perra, dar perro, perrería, muerte de perro, tratar como un perro, venir todo junto como al perro los palos... A los tiempos en que Francisco Ayala tituló Muertes de perro su novela sobre un cruel dictador y Chaplin Vida de perro su película sobre las miserias y hambres que Charlot compartía con una perra callejera. Eso pasó, al menos como actitud generalizada, disculpada y no castigada legalmente. Pero, como este caso demuestra, no se puede bajar la guardia. Porque la crueldad sádica perdura.

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