Miedo

El problema es un continente que otrora fue luz del mundo y hoy es pollo sin cabeza

Usted es la candidata del miedo", le soltó Emmanuel Macron a Marine Le Pen en el debate televisado de hace unos días. "Hombre, pues para miedo el que usted azuza conmigo para que le voten", fue la respuesta de la aludida. Esta es para mí la lectura resumen de lo ocurrido este domingo en Francia. Los electores de Macron tenían miedo de una aventura que consideraban extremista y de resultado imprevisible. Miedo a lo desconocido. Pero los votantes de Le Pen también tienen miedo. Temor palpable de un sector importante de la clase media que se está marchando por el sumidero de la historia. Pueblo de a pie, que se levanta todos los días al amanecer y que llega al final del día más pobre que el día anterior y menor que el venidero. De la llamada clase obrera que ha votado casi masivamente al Frente Nacional, ni les cuento. Este comportamiento de esta zona de la clase media y obrera es común en toda Europa. Cada vez más pobres, cada vez más con el agua al cuello a final de mes, con trabajos precarios y mal pagados, cada vez más olvidados y cada vez más empujados por una inmigración fuera de todo control. Tienen miedo, claro, mucho miedo a no saber hasta dónde va a llegar su degradación. Miedo, mucho miedo, a ser literalmente barridos del concierto social.

También tienen miedo buena parte de los votantes de Macron. Miedo, mucho miedo, a perder su estado de andar montado en la cresta de la ola, de participar de los beneficios de un mundo globalizado en el que la ganancia desorbitada prima sobre las vidas de las personas, en el que los valores morales hasta ahora mantenidos son pura basura. Hay miedo en todas las partes. Un miedo que vuelve, tras décadas, a una Europa anciana, renqueante y que para nada cree en sí misma. Tan débil está que se quiere morir. Y lo conseguirá. Una Europa que quiere seguir durmiendo, que desea seguir alargando un poco más su agonía porque tampoco quiere una muerte rápida. Y de esta agonía con fecha final inapelable van y se alegran todos los mercachifles y charcuteros que hoy la dirigen. Macron, creo, que es más de lo mismo y nada va a arreglar. Él forma parte de la élite que controla y explota a la moribunda y tampoco tiene interés en su mejoría. El problema no es Le Pen ni asimilados, el problema es un continente que otrora fue luz del mundo y hoy es pollo sin cabeza dando tumbos por las páginas de la historia. Los ingleses lo vieron bien, como siempre, y nos dijeron ahí os quedáis. Y eso es lo que quieren muchos europeos, ayudar a bien morir a esta anciana que agoniza mientras no deja de retorcernos la bolsa y la vida.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios