Comienza a resultar ciertamente alarmante el deterioro de la moderación y el equilibrio en los posicionamientos políticos como consecuencia de un exceso de polarización ideológica, que lleva a una radicalización argumental que en excesivas ocasiones no encuentran mejor herramienta de sustento que el uso de la mentira -ahora, fake news o posverdad- y que ponen de manifiesto desde el desagradecimiento hasta la vileza de la mezquindad, que acaban trascendiendo al ámbito de las relaciones sociales y humanas.

Dicho esto, me viene a la mente cómo aquellos que se autotitulan adalides del estereotipo novedoso de "nueva democracia" -desafortunada terminología pues la democracia lo es o no lo es- o interesado concepto para ubicarse en una posición de supremacismo ideológico aunque el objetivo final sea romper el modelo o el sistema constitucional que nos dimos con renuncias y sacrificios, por sufragio universal, libre y absolutamente democrático el pueblo español.

Y tenemos ejemplos varios, y cada vez más frecuentes, de esa especie de supuesta regeneración que llevada hasta sus últimas consecuencias se traducen en un auténtico prototipo de dominación desde las instancias del poder, por la vía de la ambigüedad calculada, la equidistancia medida o la incoherencia premeditada justificados de exclusiones o asociaciones… según los temas de que se traten y que lo mismo pueden ser Venezuela, Vox, Bildu… o la traída y llevada "presión fiscal". ¿Hablarán los responsables actuales mejor de "esfuerzo fiscal", antes que argumentar, ladinamente, con nuestro nivel de presión fiscal respecto a la UE? Por lo que he podido conocer, es cierto que estamos por debajo de la media europea en presión, que relaciona impuestos y PIB, pero nuestra realidad exigiría valorar el esfuerzo por su vínculo entre los impuestos y la renta per cápita, donde, claramente, superamos la media de la UE.

Por fin, los detalles para justificar lo de la mezquindad uno, y como ejercicio de dignificación de la política y P.D. el otro. Quienes hoy hacen ejercicio de sectarismo en la revocación de títulos honoríficos -lamentablemente con apoyos del partido sanchista- como el BNG, no ganaron nunca en vida y en las urnas a quien hoy revocan y que con su colaboración se fraguó una Constitución que nunca aceptaron pero que les permitió participar del sistema que denostan.

P. D. Dignidad la de la ministra de Justicia frente a la mezquindad manipuladora nacionalista de las víctimas del Holocausto. Si hubiera muchos más gestos similares al de la ministra, este país tendría mucho más futuro que el que se avecina.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios