El Mare Nostrum, ese inmenso corredor que engrandeció al Imperio Romano y unió pueblos tan diversos, se ha convertido en cuna de conflictos y desencuentros. Cuando Gaudí, en el s. XIX, afirmaba que en los países mediterráneos se siente la belleza con una mayor intensidad, ignoraba que dos tercios de los migrantes fallecidos en todo el mundo han encontrado la muerte inmersos en esa belleza. Y en el s. XX, cuando tarareábamos aquello de "escondido entre las cañas duerme mi primer amor", del Mediterráneo de Serrat, no imaginábamos que años después, sería más probable ver entre esas cañas el cadáver de un migrante que, persiguiendo un sueño, no consiguió llegar con vida a la costa.

Son alrededor de 700 personas muertas en esas aguas "pintadas de azul", que llegaron con vida y a tiempo de admirar esa luz de los "atardeceres rojos". El "jugando con la marea" de la canción hoy hace referencia al balanceo de cadáveres hacia la costa, convirtiendo al Mediterráneo en el cementerio de Europa, primero con refugiados y más tarde con los migrantes.

Pero la vida sigue y con indiferencia. Preparábamos las compras de Nochebuena, cuando Salvamento Marítimo halló dos pateras llenas de fallecidos y otra en la que de los 32 ocupantes habían muerto 11, entre ellos dos mujeres, una de ellas embarazada. Con "Jugando con la marea, te vas pensando en volver", termina Serrat. Pero son centenares los que no vuelven, porque no ha llegado a Marruecos los 140 millones de euros que Europa le concedió para control de los movimientos migratorios. Porque no se ha gestionado la cooperación con África a fin de conseguir que sus habitantes no tengan que salir para comer. Porque no se consigue una política común entre los países desarrollados.

Hemos aprendido tan bien a desviar la mirada que vimos en la barca a aquella mujer unida todavía a su hijo por el cordón umbilical y mientras nos servimos más vino, en un arrebato de sensibilidad, se llega a comentar: ¡Qué pena!

Pero estamos en Fin de Año. Es momento de felicitaciones:

Feliz Año Nuevo a los que lloran con las películas en la tele y permanecen insensibles ante el mal del prójimo.

Feliz Año nuevo a esos que se desahogan atacando en las redes y utilizándolas como parapeto para su cobardía.

Feliz Año Nuevo a todos los "españolísimos" que mañana brindarán para que en 2019 expulsen de España a todos los extranjeros.

Feliz Año Nuevo también a los que entienden que la caridad consiste en echar unas monedas en la canastilla de la misa.

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