Mayoría de edad

Vivimos empantanados en hechos que sucedieron hace siglos, pero tenemos ya una generación que no vivió el 11-S

El año que viene, los nacidos en el año del atentado contra las Torres Gemelas -que ocurrió en 2001- alcanzarán la mayoría de edad. Es decir, la primera generación nacida en el tercer milenio de nuestra historia (según nuestro cómputo del tiempo, claro está) alcanzará la categoría de adulta y tendrá derecho a voto en todos los países de Occidente. Es la primera generación que se ha criado con un móvil en las manos y para la cual el teclado de un ordenador es un objeto mucho más natural -y útil- que un periódico o un libro impreso. Es la primera generación que ha crecido con una cámara de móvil en el bolsillo, con la que podía grabar lo que le diera la gana y enviárselo a cualquiera de sus amigos. La primera generación, en fin, que se ha asomado a la vida en un mundo en el que la victimización (por ser mujer u hombre, gordo o flaco, zurdo o diestro, pequeño o grande) se había convertido en la única forma aceptable de enfrentarse a los problemas, desde los escolares a los familiares, desde los económicos a los políticos.

Mientras nuestra clase política pierde el tiempo discutiendo sobre la guerra civil -que ocurrió hace 80 años-, o sobre la remota disputa dinástica entre los Habsburgo y los Borbones que los independentistas catalanes han convertido, falseándola, en la razón histórica de sus reivindicaciones políticas, ya tenemos una generación que no tiene una memoria nítida del 11-S porque apenas tenía unos meses cuando ocurrieron los hechos. Es decir, que pretendemos que unos jóvenes que ni siquiera guardan un recuerdo vívido del 11-S -cosa que los adultos de entonces sí tenemos- vivan en una sociedad empantanada en hechos que sucedieron hace 80 años o incluso hace tres siglos. Y repito que se trata de una generación que apenas tiene relación con la lectura ni con la memoria porque ha crecido en el mundo gaseoso de internet. Mi hijo, de hecho, no concibe la vida sin Instagram y su información depende de los memes fraudulentos que le llegan al móvil.

Estos jóvenes se enfrentan a una sociedad de precariedad laboral, de cambio climático, de violencia creciente y de aumento imparable de la desigualdad, pero son una generación hiperprotegida, desinformada y a la que nadie ha enseñado a enfrentarse a los problemas porque los problemas siempre eran culpa de otro y no de uno mismo. Vienen tiempos interesantes, amigos.

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