La Platea

Juanma G. Anes

Era esto, Matamala, era esto

HACE casi dos años me tomé la libertad de reprocharle con cariño aquí mismo a Matamala (ese jugador correcto a la par que insípido) unas declaraciones suyas sobre Huelva y sobre la afición recreativista que realizó -¡oh, sorpresa!- justo cuando él ya no defendía el escudo del Decano. Sus palabras fueron las siguientes: "En general, el ambiente en Huelva alrededor del equipo no suele ser bueno, vaya éste mejor o peor". Pues yo traté de explicarle "de forma general" que, pese al tiempo que estuvo aquí, se ve que no se había enterado de la misa la mitad y que si la gente no se dejaba el alma era, entre otras cosas, porque ni los de abajo ni los del despacho se lo habían ganado. Y, por supuesto, escribí que lo que más me fastidió fue que esa frase surgiera de su boca estando a 1.100 kilómetros de distancia, porque yo también soy capaz de opinar muy alegremente desde mi despacho sobre el primer ministro maorí. Seguro que Jordi ni se enteró del recado, pero yo me quedé tan a gusto.

Querido Matamala: como me imagino que ya habrás comprobado pese a la lejanía, el ambiente en Huelva "alrededor del equipo" no es que estos días sea bueno, es que en mis 36 años de vida no he visto una cosa igual. Ni en Primera, ni en las temporadas de ascensos, ni en otros logros inesperados la ciudad y la provincia han mostrado tanto cariño, tanta comprensión y se han dejado tanto el corazón por su Decano como lo están haciendo ahora, y eso que el equipo no ocupa plaza de Champions, precisamente. Es que resulta que hay un grupo de 'chavalines' que se ha recorrido centenares de kilómetros para proporcionarle a su club material sanitario y deportivo, que hay hosteleros que le han hecho más de un favor a los jugadores por el estado de las cuentas corrientes de estos, que hay socios que han comprado entradas sin necesitarlas para pagar árbitros, desplazamientos y ayudar a la cantera, que más de 21.000 personas le han dado un par de masajes cardíacos al equipo inmejorables, que hay un colectivo, el Trust, que nos despertó a todos y que se está dejando la piel para poner a cada uno en su sitio y, quién sabe, quizás nos dé la vida eterna pudiendo sentar un precedente -esta tierra es pionera en mil cosas- en el fútbol español. Pues sí, Jordi; aunque sé que no lo hiciste con mala intención, aquí también nos duele que se nos infravalore sin conocer exactamente cómo respiramos. Era por esto, querido, era por todo esto.

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