Maniobras de ocultación

Necesitamos que quienes se presenten a las elecciones sean o quieran ser, con fervor, políticos

Los reiterados casos de corrupción y otros manejos hicieron que la idea de lo que era la política se percibiera en muchos como una práctica inmunda. Además, se consideró que la motivación principal de los que estuvieran en ella era para satisfacer sus intereses personales con más bien pocos escrúpulos. Cuántas veces se escucha eso de que los políticos son esto y lo otro, con calificativos nada halagüeños o bonitos, metiéndolos a todos en el mismo saco. No salvan a ninguno de críticas despiadadas porque todos son iguales, afirman quienes se sienten impolutos y libres de toda sospecha -lo cual estaría por comprobar si asumieran algún cargo-. Esta situación se reflejó, entre otras cosas, por un lado, en los nombres con los que se denominaron las nuevas formaciones que se creaban. Se eliminaba sin conmiseración la palabra partido, como si apestara. Vean si no algunos ejemplos: Ciudadanos, Podemos, Vox… La lista podría ser mucho más extensa. Quienes rizaron el rizo fue Podemos, con los nombres de sus órganos. El objetivo era hacer creer que eran diferentes a los anteriores. Vale, pero eso no hace que dejen de ser partidos; se han inscrito como tales, no como sociedades anónimas. En realidad, ha sido una maniobra de ocultación de lo que son por pura mercadotecnia. Pero, por otro, lo más sorprendente es que más de uno de sus candidatos en las elecciones comenzaron a declarar que no eran políticos, como si les diera vergüenza la etiqueta. Algo inimaginable. Pues si no lo son que se quiten de donde están y que den paso a otro que sí lo sea o que quiere serlo. Estas manifestaciones hay que englobarlas dentro de la categoría de un populismo pronunciado, por una parte y, por otra, de ignorancia o de falta de ideas, porque lo que pretende el emisor del mensaje es cubrirse las espaldas ante su pobre discurso, su carencia de planteamientos globales y su escasez de argumentos sólidos para justificar las medidas que dice que ejecutará si sale elegido. El que se hayan producido muchos desbarajustes y hechos vergonzosos no debe llevar a rechazar la política. Lo que necesitamos es que quienes se presenten sean o quieran ser, con fervor, políticos; eso sí, transparentes, honrados, preparados, que hagan que nos sintamos orgullosos de nuestros representantes por su buen hacer y que dignifiquen la política. Para final de mes nos quedan dos elecciones, las municipales y las europeas. Pues bien, estemos alerta para que no se nos cuelen demagogos, iluminados y, por supuesto, corruptos.

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