Mañana nos vamos

Las empresas adivinaron que el golpe ni se consumaría ni se consumiría, sino que seguiría en kafkiana incertidumbre

Nos hemos sonreído con las empresas catalanas yéndose de Cataluña, aunque era humor negro. Yo tuve -lo confieso- un momento de placer ante la justicia poética de que Aguas de Barcelona se trasladase a Madrid. ¡Tanto movilización contra el trasvase, contra aquel Plan Hidrológico Nacional que se perdió como lágrimas en la lluvia y que fue una oportunidad de fortalecer la solidaridad entre españoles, y ahora, ea, trasvase financiero de las aguas de Barcelona al canto!

Eso, en la superficie risueña de las aguas arremolinadas. En el fondo, he asistido al éxodo empresarial con sentimientos muy encontrados. Por un lado, la fuga de empresas es distinto a hacer boicot a los productos catalanes. El boicot resulta muy torpe moral y políticamente, porque no sabemos si los dueños y los trabajadores son catalanes nacionalistas independentistas o heroicos españoles catalanes que lo sobrellevan todo mucho más agobiados aún que nosotros. En este segundo caso, qué triste que, encima, vengamos a asfixiarles económicamente, como si no estuviesen bastante presionados ya. En cambio, si las empresas catalanas se van, lo hacen, según unánime confesión propia, por la falta de seguridad jurídica y la inestabilidad que han creado los propios dirigentes nacionalistas. La diferencia, por tanto, es abismal.

Pero, por otro lado, la marcha de las empresas resulta un indicador muy alarmante de la auténtica naturaleza de la amenaza. Detectaron que el golpe ni se consumaría ni se consumiría, sino que continuaría en una kafkiana incertidumbre. Ayer, con el huy de la DUI, lo que se hizo fue alargar el proceso al infinito. El Grupo Planeta lo tiene claro. Nada más acabar las palabras de Puigdemont, mientras nosotros discutíamos qué diablos había querido decir, Planeta declaró: "Mañana nos vamos. La incertidumbre generada es ahora mayor".

Que el golpe no acabe de golpe, sino por estiramiento, le puede venir bien a los políticos. Pero a los ciudadanos y a los empresarios nos quema y nos hace la vida más complicada. Los que estaban sobre el terreno y tenían más información, más intereses y más posibles han puesto pies en polvorosa. Como dicen que callan los pájaros horas antes de un terremoto, los empresarios han adivinado que esto no es una tormenta pasajera, sino que va para largo, animado por dos partidarios -Rajoy y Puigdemont- de darle hilo a la cometa. Nosotros no nos vamos, ay. Mañana nos vemos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios