Ajuste fino

Antonio Castro

Llega el solsticio, que apaguen la luz

En determinados sectores políticos permanece aún una especie de miedo a la fiesta como expresión que les induce a un excesivo misticismo y recato. Y este suele ser además uno de los puntos coincidentes entre el comunismo y el cristianismo de los primeros siglos, el de la persecución, y también el posterior de la Inquisición, que es cuando el cristianismo de perseguido pasa a perseguidor.

Frutos de este temor a la fiesta (recuerden "El miedo a la libertad", de Erich Fromm) son algunas de las más pintorescas aportaciones neocomunistas a la sociedad actual. Hace unas semanas, un cualificado representante de IU del Ayuntamiento de Sevilla proponía que en vez de llamar Navidades a las próximas fiestas se las denominara "solsticio de invierno" (el día más corto del año, 21 de diciembre), y recientemente, desde IU en Huelva se proponían unas fiestas navideñas con menos profusión luminosa argumentándose para ello la necesidad de ahorrar energía para preservar el medio ambiente.

Hay una especie de subconsciente al que la burbuja o la luz le espanta por creerlas iconos del capitalismo, y se inclinan por la oscuridad como una herencia de la persecución y una especie de ejercicio espiritual permanente para hacer méritos en la ortodoxia del martirio social, que es lo que justifica determinadas existencias.

Estoy seguro de que ni el concejal de IU de Sevilla que dijo lo de solsticio ni Pedro Jiménez en Huelva tienen tan mal gusto como para huir de la fiesta pidiendo que apaguen la luz arrastrados por ese miedo al brillo de la vida... Ahora sólo tienen que superar el complejo y proclamarlo.

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