Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Llamando a alguien

Frente a los ciudadanos se extiende la nada más absoluta, la despreocupación total de quienes deben gobernarnos

La sensación de que los ciudadanos estamos solos ante la pandemia, hace tiempo que se convirtió en una certeza. O nos cuidamos nosotros, o hacemos todo lo que está en nuestra manos para que el virus no traspase nuestra puerta, o nos comportamos como quien sabe de esto nos dice que nos debemos comportar, o estamos perdidos. Frente a nosotros se extiende la nada más absoluta. La despreocupación de aquellos que deben tomar medidas para atajar la peor crisis sanitaria que conocen los tiempos, es penosa hasta el extremo. Algunos de ellos entendieron que con miles de personas muriendo y enfermando, era el mejor momento para plantear una moción de censura con hedor a tiempos pasados que no queremos ni recordar; otros que tocaba hacer un debate sobre el estado de la comunidad que aportó entre nada y menos; tampoco tuvieron reparos en desatar polémicas sobre la renovación de los órganos de gobierno de los jueces -un tema trascendente y que se trata en cualquier barra de bar que se precie- o sobre una monarquía que, reconozcámoslo, es quien más ha hecho para el advenimiento de la república. Insisto, todo eso con miles de muertos y enfermos sobre la mesa. Todos los días desde hace ocho meses.

"Bronca en el Congreso"; "Tensión en la sesión de control al Gobierno en el Senado"; "Acusaciones en el Parlamento de Andalucía". No importa cuándo lean esto. Pasa a diario. Es intolerable que en medio de la que tenemos encima, alguien le pregunte a una ministra si está satisfecha de compartir su vida con un machista; que se dediquen horas a si un vicepresidente se quedó o no con una tarjeta de un teléfono móvil que debía contener el secreto de la eterna felicidad por las horas que se han dedicado a tratar de su contenido o que se cambie Venezuela por Bolivia cuyas elecciones generales nos importan mucho muchísimo desde hace un rato a esta parte. Ni un diagnóstico preciso, ni una buena idea, ni un atisbo de colaboración para hacer frente a las consecuencias de lo que nos está matando y arruinando.

La presidenta de Madrid que consideró un atentado a la libertad el confinamiento de Alcobendas, propone diez minutos después que se lleva a cabo el toque de queda en todo el país. No acabó de entender que eso de "España dentro de España" no cabía ni en el perfil de Twitter del perro de Esperanza Aguirre conde comenzó su meteórico ascenso. Normas que no se cumplen, medidas que no se aplican y una segunda ola de la que no se conoce el famoso pico que nos trajo de cabeza en abril. Estamos solos. Nadie nos va a sacar de esto si no somos nosotros mismos quienes ponemos lo mejor que tenemos para salir de esta, porque somos mejores que ellos.

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