La otra orilla

Javier rodríguez

Listas negras

Si en los años más duros del terrorismo de ETA -o incluso en los años del ocaso de la actividad de la banda armada- alguien hubiera pedido un listado de agentes, funcionarios judiciales o el resto del personal que investigaba la actividad del grupo terrorista el escándalo hubiera sido mayúsculo. ¿Para qué la querrían? No cabría esperar nada bueno de una petición así.

Ayer un diputado de un partido fascista con representación en el Parlamento Andaluz le pidió a la Consejería de Igualdad una "relación detallada con los nombres, apellidos (…) de cada uno de los trabajadores de las Unidades de Valoración Integral de Violencia de Género, equipos psicosociales de los Juzgados de Familia y equipos de menores". Acusan, así, a brocha gorda, a todos ellos, de mala praxis y emitir informes "ideologizados". Estoy convencido de que la Consejería les negará esa lista a la que sin ser jurista se le encuentran, a simple vista, el incumplimiento de dos o tres leyes relativas a la protección de datos, defensa de la función pública, procedimientos judiciales… pero el simple hecho de que este tipo de peticiones tenga que ser estudiada por la Mesa del Parlamento da una clara idea de lo surrealista del momento político: en vez de estar planteando cómo se puede ayudar a esos equipos y esos profesionales que luchan por reducir el número de mujeres asesinadas por sus parejas en crímenes machistas se lanzan bulos contra el trabajo que hacen.

Forma parte de la idiosincrasia de estos grupos fascistas de aquí y de allá inventar esa realidad paralela y quitar de en medio a quien pretenda desmontarles "su mentira" junto a las víctimas en las que prefieren enfocar sus odios: mujeres, inmigrantes, minorías étnicas, homosexuales…

Es todo muy preocupante y debiéramos buscar la fórmula de parar el ascenso de un totalitarismo que aprovecha, igual que en los años treinta, un contexto económico que provoca la miseria de miles de personas, aportando un recetario de soluciones facilonas para problemas complejos.

Dejen de buscar listas negras, señores fascistas, sobre todo entre aquellas personas que, muchas veces, se dejan el pellejo y exponen su propia integridad por proteger a quien está pasando por el calvario de la violencia machista. Si no han venido a arrimar el hombro para solucionar los graves problemas que sufrimos como sociedad y sobre los que hay un amplio consenso, por lo menos no molesten.

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