Ligeritos de equipaje

Más Estado y más sindicalismo nos permitirán poder seguir consumiendo y viajando

Así es como nos ha vendido Ryanair que podíamos viajar, con poco equipaje, una maletita de manos nada más y a "tirar millas" por el aire. Pero vamos descubriendo que el confort no era lo único que menguaba en esa empresa, también los derechos laborales: ¡O lo tomas o lo dejas!, viene a ser más o menos la imprecación que le han lanzado a sus empleados en Girona; o me recorto o nos echan a todos, viene a ser la traducción del chantaje que han hecho. Viajar en según qué compañías aéreas además de contribuir al desastre medioambiental de nuestro clima, también supone tener que asumir un coste ético relacionado con el trato laboral a sus empleados, y claro, esto empieza a ser embarazoso. ¿Qué hace la gente que quiere viajar y tiene un bajo nivel adquisitivo?, ¿debemos abandonar ese deseo para no colaborar con el desastre?

El modelo Low Cost de la aerolínea irlandesa se ha basado durante años en más frecuencia de aviones, aeropuertos de segunda fila, y un precio bajo para la tarifa básica de viaje, pero a raíz de que se han empezado a organizar sus trabajadores en distintos países, a raíz de un sindicalismo básico en definitiva, hemos conocido claramente el secreto mejor guardado de la compañía del magnate O'Leary: poder controlar a su personal con bajos salarios y mucha movilidad. Para colmo en mercados laborales tan débiles como el español se permite chantajear públicamente a sus trabajadores, tener éxito y mostrar el camino a otras compañías. Urge que el Estado tome la palabra para defender a este grupo de trabajadores y a los que vendrán, y que exija a la compañía lo contrario, "o lo haces con mis reglas laborales o no operas en España".

El ejemplo de Ryanair es el mismo que el de otras multinacionales como Amazon, Deliveroo, Uber, etc. Basan gran parte de sus beneficios en la ultraflexibilización laboral, además de anclarse en paraísos fiscales como por ejemplo, qué casualidad de nuevo, Irlanda. La respuesta a estas imposiciones lastimeras debe ser la acción sindical, y no solo estatal sino a nivel europeo, y la acción contundente de mamá Estado para que las reglas del juego no estén determinadas sólo por intereses ultraliberales. Más Estado, más sindicalismo, nos permitirán poder seguir consumiendo y viajando ligeritos de equipaje sin angustias éticas a nuestras espaldas. Mientras eso vuelve, solo disponemos de nuestro poder como consumidores, y como electores.

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