El consejero de Educación y Deporte no está triste (¿Qué tendrá el consejero?, que diría Rubén Darío). En un alarde de arrojo y ante la obsesión constante por ampliar la libertad de los andaluces, (cualquiera diría que es la meta del tripartito conservador de la Junta de Andalucía, ejem…), ha conseguido que su Consejo de Gobierno, cual Bolívar enarbolando la bandera de la libertad, haya redactado un nuevo decreto para regular la admisión del alumnado en los centros educativos, de forma que las familias puedan elegir centro para sus hijos.

Imbroda, el consejero, se adjudica dicho decreto como un éxito propio olvidando algunos detalles: que la libertad para elegir centro educativo está regulada desde la Constitución española; que los centros concertados existen gracias al Gobierno socialista que promulgó una ley para reglamentarlos (la LODE) en 1985…

Este decreto fracasará porque incluyendo un centro concertado en cada área de escolarización, no se consigue esa libertad que las familias desean. No se deje engañar, señor consejero. La mayoría de padres que opta por la escuela concertada no busca un modelo educativo, ni una formación católica… Quieren un colegio donde no vayan las madres con un velo en la cabeza; desean proteger a sus hijos de compañeros llamados Mohamed, de los que cursan religión evangélica por su etnia, de los hijos de inmigrantes o parados… Por otra parte, si una familia no opta por una educación religiosa y el centro adscrito a su zona es religioso, ¿tendrá garantizada su libertad? Si los niños que viven en barrios humildes quedan adscritos a un concertado del centro (donde se localiza la mayoría de ellos)y no poseen facilidades de desplazamiento ¿Libertad se llama esto? Más que un decreto de Escolarización, se trata de un decreto de Selección del Alumnado, aunque se os llene la boca hablando de escuela inclusiva. Buscando la libertad, discrimina positivamente a la concertada, blindándoles el 3º y 4º de ESO (no se les permite pasarse a la pública) y, rizando el rizo, cuenta con el aplauso de los inspectores porque ahora serán ellos los que controlen el proceso.

Es el momento para que la escuela pública se dé a conocer. Para admitir que frente a centros con graves problemas de convivencia, están los que forman a niños felices, con un profesorado innovador, con innumerables opciones de formación permanente, y que educa en emociones y en valores. Es la oportunidad para que los enseñantes públicos se enseñen.

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