Lecturas

El libro es una obra rigurosamente científica, como corresponde a la titulación de la autora

De entre todos los temas que he barajado para escribir hoy ninguno me ha seducido más que hablarles de uno de los mejores libros que he leído en mi vida, que a estas alturas no han sido pocos. Es el titulado Imperiofobia y Leyenda Negra de la investigadora del CSIC María Elvira Roca. Este libro lo debería regalar el Gobierno español en las calles y en las fronteras a los millones de guiris que nos visitan, las comunidades autónomas lo deberían repartir en colegios y universidades y los ayuntamientos distribuirlos en camiones por todos los barrios. Y en el caso de Huelva aún más. Porque la muy gloriosa y benéfica acción de España en América empezó aquí, entre nosotros. María Elvira Roca escribe un libro antológico en el que nos devuelve el orgullo de ser españoles, y yo añado de ser onubenses y de ser palermos. No lo hace de forma exaltada o panfletaria. Antes al contrario, el libro es una obra rigurosamente científica, como corresponde a la titulación de la autora. Pero, he aquí el gran hallazgo, está escrito maravillosamente, con una amenidad y un desparpajo que te coge de las retinas en la página uno y ya no te deja hasta el final. No hay un solo párrafo que no se entienda, que no esté al alcance de cualquier lector.

La profesora Roca Barea se ha pasado unos cuantos años buscándoles las debilidades y las miserias a los creadores de la malhadada, mentirosa y biliosa leyenda negra y los deja literalmente tirados en la lona contándoles la cuenta atrás. Voltaire, Lutero, la Francia, la Inglaterra de la época y cuantos siguieron a estos zascandiles, por no llamarlos cosa mucho más fuerte a tenor de lo leído, quedan con las vergüenzas al aire. Y todo con infinidad de datos, hallazgos, publicaciones, hechos y realidades que enaltecen la acción de España en América. Antes de ayer por la mañana, bien temprano estuve un rato solo en la plaza de la Iglesia de san Jorge de Palos. Con el libro en la mano y mirando la preciosa edificación religiosa de mi pueblo de Palos, en el que no nací, pero al que por cien mil motivos llevo prendido para siempre en el biés de mi corazón, miraba, pensaba y decía: Dios mío, aquí empezó toda esta tonelada de hechos extraordinarios, únicos y magníficos para siempre, que nos cuenta la profesora Roca. Qué alegría saber que la historiografía sobre el Imperio español en Europa y América está cambiando sencillamente hacia la verdad, abandonando la mentira, el odio y la difamación. Me quedo sin artículo ya, pero prometo volver sobre este libro. Y prometo volver a Palos a regustarlo porque allí me sabe de otra manera.

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