El Jueves

En verdad, Todos los libros encarnan una ocasión: la de ensanchar la vida

Vuelve El Jueves a la calle Feria. Paseo por el centro de la vía, custodiada por los puestos que quedan en los lados, y siento que estamos anudando dos tiempos separados por la excepcionalidad. Desde el 12 de marzo no se celebraba el mercadillo. Aquella vez ya el tema del coronavirus andaba en boca de todos. Hacía calor y el calendario estaba preñado de primavera, inminente. Pero nada de eso se produjo. Nos exiliaron de los meses más sevillanos: El Jueves cerró. El mundo cerró.

Para respetar las distancias se ha establecido que la mitad de los comerciantes abra una semana y la otra mitad, a la siguiente. Así que El Jueves está mellado. Hay poca gente. Mucha menos de lo habitual. La Policía recuerda la obligatoriedad de colocarse la mascarilla. Y en el suelo, con cintas adhesivas, han marcado una serie de flechas que indican el sentido de la marcha aconsejado, todo esto en un intento de regular el paso de la gente y evitar aglomeraciones. Una flecha de ida y otra de vuelta. Dos flechas contradictorias que me parecen una buena metáfora de todo lo que estamos viviendo, de la indecisión que se percibe hasta en los propios consejos de los expertos, que van aprendiendo de este virus y de su comportamiento a marchas forzadas. La nueva normalidad. Que tiene mucho de nueva, pero poco o nada de normal.

La figura de bronce de un toro embiste al aire desde uno de los puestos de antigüedades. Parece buscar a Juan Belmonte, que cuando chico venía aquí al Jueves a vender la quincalla en el puesto de su familia. En la esquina de Quintana sigue Rodrigo, el de los libros de ocasión. En verdad, todos los libros encarnan una ocasión: la de ensanchar la vida. Además, suponen la única normalidad que considero normal.

Hablo con Rodrigo. Sus clientes siguen viniendo, casi siempre los mismos. Gente sola pero no solitaria. Con conversación. Educada. Discreta. Los lectores. Rodrigo conoce la vida de todos ellos, nuestras vidas. Casi diría que sabe lo que estamos leyendo cada uno de nosotros, lo que hemos leído durante el confinamiento. Se esparcen sus portadas, con libros a ocho, cinco, dos euros... Incluso a un euro. "Ya cuesta menos un libro que un café", me dice con una sonrisa cómplice. Y me llevo tres ejemplares que me han llamado, que me estaban esperando a mí. Los rescato de su confinamiento. Me rescatan ellos a mí del mío. Que vuelva la vida cuanto antes. Ha abierto El Jueves.

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