El verbo judicializar está de moda. En una sociedad a la que le interesa sólo el fin y no los medios, no resulta extraño que cualquier asunto, fácil de resolver mediante la colaboración de cada una de las partes, se lleve por la vía judicial. Se acabaron los acuerdos en las comunidades de vecinos, entre agricultores colindantes, los pactos y negociaciones… Ahora las trifulcas no terminan en el juzgado, sino que empiezan en él y si se sigue aplicando el concepto de judicializar a la política, nos encontraremos una justicia politizada. Qué paradójico resulta que cuanto más se propague la idea de colaboración (de co-llaborare, trabajar juntos), más desinterés se dé en cada una de las partes.

Teniendo en cuenta que han convertido a la escuela en la culpable de todo lo que ocurra en la sociedad, mucho se ha tardado en judicializarla. Ya no basta con responsabilizarla del fracaso escolar, no. No parece suficiente culpabilizar al profesorado (por no educar) en el cambio climático, el deterioro del medioambiente, la obesidad infantil, la limpieza de la ciudad o la adicción a los dispositivos móviles (puedo seguir)… Ahora la Fiscalía de Menores de Huelva decide imputar a los docentes si no siguen el protocolo de Acoso Escolar, pudiendo acarrearles hasta una pena de dos años de prisión. Si así fuese, duro con ellos, pero ¿Y cómo asegurarse de que realmente se precisa la aplicación del protocolo de acoso? ¿Se inicia sin seguridad?

Sin duda es buena la intención la del fiscal y seguramente útil en determinados casos, pero el acoso es un asunto demasiado serio para ser resuelto con sanciones a un profesorado con una más que suficiente carga social a cuestas. Por otra parte, el hecho de "pedir informes a la inspección de Educación, como se le pide al de Hacienda", delata un enorme desconocimiento sobre las excesivas variables y elementos comprendidos en el entramado de educar (familias, compañeros, contexto social…).

Convendría informar al fiscal de que en los centros escolares se trabaja para impedir el drama del bullying, que se forma al profesorado en el desarrollo de medidas preventivas (Las técnicas de Mediación, los Planes de Convivencia, las tácticas de Resolución de conflictos…). Cualquier estrategia es útil si impide el acoso, porque cuando éste se produce, ninguna acción, ni siquiera encarcelar a los docentes implicados, podrá consolar a las víctimas y a sus familias.

"Para educar a un niño hace falta una tribu entera", dice un proverbio africano.

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