Desde el fénix

José Ramón Del Río

Jubilaciones

EN un editorial de este periódico y bajo el titulo de "experiencia derrochada" se comentaba el despilfarro de talentos y de experiencia que puede implicar la jubilación forzosa a determinada edad. El caso concreto que originaba el comentario era el de los médicos del sistema público de salud, obligados a abandonar el servicio al cumplir los 65 años. Esta política, que la Junta de Andalucía llevó, al principio, a rajatabla, ha originado una sensible escasez de profesionales en el sistema público de medicina, de forma que muchos hospitales buscan sustitutos para los jubilados, sin encontrarlos y, en cualquier caso sin la experiencia y la ciencia de aquéllos. Aunque la medida se ha atemperado recientemente, consintiendo la prolongación en el servicio hasta el cumplimiento de los setenta años, para muchos fue ya tarde.

Hoy, con las jubilaciones anticipadas, se manda a casa a muchas personas que ni siquiera han cumplido los sesenta años y que física e intelectualmente se encuentran con plenas capacidades para seguir en le trabajo que desempeñaban. Rejuvenecer las plantillas parece, en principio una medida positiva, porque los recién llegados vienen con el ímpetu propio de la juventud, sin contar con que supone una reducción de los costes de personal. Pero, aunque no haya balanzas para pesarla, la pérdida de la experiencia puede no compensar los beneficios que se originen. Otro argumento para las jubilaciones tempranas es el ejemplo de otros países y, sobre todo, la presión que supone el advenimiento al mundo laboral de jóvenes que buscan su primer empleo con impaciencia. La disminución de la natalidad no ha reducido el conflicto que se produce entre la demanda de empleo de los jóvenes y la apetencia de los mayores de continuar trabajando, porque la incorporación de la mujer a toda clase de oficios y profesiones ha compensado con creces aquella disminución. La solución es fácil de decir: crear puestos de trabajo. Eso permitiría que continuaran en su trabajo los mayores que lo desearan y que, junto a ellos, comenzaran los jóvenes incorporados. Lo que es difícil es llevarla a la practica.

Como las pensiones futuras pueden estar amenazadas por la crisis económica y por la disminución de las cotizaciones a la Seguridad Social, el ministro de Trabajo propone, como remedio, que se acaben las prejubilaciones y se agote la vida laboral hasta los 65 años. No ha sido ésta, precisamente, la política seguida en los últimos años, en los que en determinados sectores laborales -por ejemplo, en la Banca y en la industria naval- se ha prejubilado a menores de 60 años. Tanto capital humano desperdiciado seguro que le ha costado muy caro al país.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios