La crisis ha envenenado la presidencia a muchos mandatarios. A Donald Trump la pandemia y la muerte de George Floyd le han puesto difícil la reelección. Sánchez&Iglesias tendrán que navegar contra el viento para aplicar sus políticas sociales. Y Moreno Bonilla ha estrechado la comisión parlamentaria para la reconstrucción de Andalucía. Corre el riesgo de convertirla en una trinchera contra el Gobierno de España si sigue abrazado a Vox, a la que ha puesto al frente de la comisión. Esa línea trunca un cuidadoso trabajo de años para ganarse fama de hombre afable y moderado.

A veces da la impresión de que pierde el diminutivo de Juanma que simbolizaba la bonhomía que quería representar: incluso dirigentes de izquierdas razonaban en privado que estaba siendo mejor presidente que jefe de la oposición. Algo ratificado por gente que no pertenece a su cuerda dentro del PP andaluz, donde todavía hay familias identificables, arenistas, casadistas, cospedalistas, además de los sorayistas que mandan, que cuando casi estaban desahuciados salvaron el tipo gracias al sorprendente resultado de Vox en diciembre de 2018.

Una de las primeras órdenes que dio el PP en Canal Sur, una vez que se hizo con los mandos de la radio televisión pública, fue que al presidente había que llamarlo y rotularlo Juanma. En los años anteriores, en el Partido Popular tenían la convicción de que el PSOE había dado la directriz contraria, llamarlo Moreno Bonilla como si fuese un árbitro de fútbol. Desde que Rajoy lo designó en 2014 presidente del PP regional y empezó a hacer miles de kilómetros para darse a conocer, su equipo adoptó la estrategia de usar el diminutivo como marca, como han hecho tantos políticos anglosajones, Tony Blair y Bill Clinton entre ellos. Es el caso de otros dirigentes populares aquí: la secretaria general Loles López y la vicepresidenta de la Diputación de Málaga Kika Caracuel utilizan sus nombres familiares y así aparecen en los titulares de prensa.

La astucia de utilizar apodos cercanos se tiene que corresponder con los hechos. Pero la de Juanma se contradice con la actuación de los marines de la guardia de corps que rodea al presidente. En este campo, Moreno imita la hipocresía de Sánchez, parece como que a él no le gusta la crispación, pero siempre hay un tonton macoute en sus huestes dispuesto a sacudir a los adversarios. El inquilino de San Telmo tampoco ha planteado con fineza suspender la operación paso del Estrecho. De momento era innecesario, porque Marruecos no ha abierto aún sus fronteras. Y después por comparación: pueden venir millones de turistas ricos, pero no se quiere establecer un corredor seguro por el que cientos de miles de marroquíes emigrantes en Europa vayan a su casa de vacaciones. Nada ocurre impunemente: el presidente está a un tris de perder el diminutivo.

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