Creo que ni recordamos ni celebramos como merece la memoria de nuestros hombres más egregios, más ilustres, cuya obra inmarcesible enmarca los valores más trascendentales de nuestra historia, de nuestro más rico acervo cultural. Por eso me alegró hace unos días ver en nuestra sección Vivir Verano -donde ya había aparecido la convocatoria del XXIV Premio de Relatos Cortos que lleva su nombre- y en el espacio A pie de calle, una foto en cuyo pie podíamos leer "San Juan del Puerto recuerda a José Nogales". Una emotiva y entrañable evocación del escritor de Valverde del Camino que durante algún tiempo vivió en esta localidad. Precisamente se ha cumplido un siglo desde que la sociedad de la época inaugurara una placa dedicada al abogado, archivero, bibliotecario, periodista y escritor que habitara la casa con el número 18 de la calle Huelva. En este lugar se reunieron los miembros del Club de Lectura y numerosos sanjuaneros para celebrar tan jubilosa conmemoración.

José Nogales, tan arraigado a Aracena también, de donde eran sus padres y abuelos y donde creció y vivió mucho tiempo -algunos lo consideran aracenense de nacimiento-, cimentando su espíritu y su ánimo auténticamente serranos, entrañado en el romanticismo y el modernismo españoles junto a preclaros autores de su tiempo y al que muchos incluyen en la venturosa generación literaria del 98, logró su mayor fama como autor de un cuento Las tres cosas del tío Juan, que es para muchos la quinta esencia del relato clásico, integrando plenamente los elementos específicos del género. Fue publicado inicialmente con destacada preferencia por El Liberal, el 30 de enero de 1900, que lo había premiado en su concurso de cuentos, compitiendo con los mejores escritores de la época. Incluido con todos los honores en las escasas ediciones que de la obra del escritor se han divulgado, curiosamente volvió a publicarse cincuenta y cinco años después en ABC con ilustraciones de Goñi.

Otras obras, otras historias, otras Leyendas y tradiciones de la Sierra, impregnadas de una prosa sencilla de una cautivadora belleza clásica, jalonan la admirable antología literaria de José Nogales. Cuántos elogios pudiera añadir sobre él, bien merecidos, y la recomendación de su lectura, exceden de la extensión de esta columna. En esta vigilia de la festividad de la Patrona y Alcaldesa de Huelva, la Virgen de la Cinta, y del regreso a su ermita, resulta oportuno y grato recordar lo que el inolvidable José Nogales escribiera sobre el Santuario Cintero: "Y me parece que nuestro cántico sincero, desde la cumbre de aquella colina sagrada, desde el atrio de la Cinta, lo escucha el mar, lo escucha el cielo, lo oye la tierra, llega hasta Dios. ¿Por qué no he de pensarlo y de decirlo? Aquel es mi templo, aquella es mi Huelva".

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