La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

José Jiménez Lozano

Háganse el favor de leerlo para descubrir a este gran hombre y gran escritor que se ha intentado marginar

En los tiempos recientes pocos escritores han sido tan ninguneados por la secta izquierdista y los mandarines de la cultura como el abulense y muy castellano Jiménez Lozano. Hasta cuando recibió el Cervantes en 2002 los medios que se tienen por progresistas minimizaron la noticia. Antes había recibido otros importantes, porque no todo está bajo control del comisariado cultural, como el Nacional de las Letras en 1988 o la Medalla de Oro en las Bellas Artes en 1998. Pero el Cervantes fue el más importante. Y ningún escritor que lo haya recibido ha sido sometido a tal cerco de silencio.

Supongo que no le afectó demasiado. Era un hombre de largos silencios, lejanía de cenáculos literarios y largo apartamiento en el severo, hermoso y pequeño pueblo de Alcazarén, a 35 kilómetros de Valladolid donde este íntimo amigo de Miguel Delibes, que le dedicó Cinco horas con Mario, dirigió El Norte de Castilla tras haber sido su redactor y subdirector cuando Delibes era su director.

Siguiendo los pasos de su admirado Américo Castro era un apasionado investigador de la España de las tres culturas y un gran conocedor del judeocristianismo. Siguiendo los pasos de su conciencia fue un cristiano comprometido que tenía a Santa Teresa, San Juan de la Cruz y Fray Luis de León por guías espirituales y vivió el Vaticano II como enviado especial de su periódico y de la revista Destino, aquella que me temo nadie recuerde y en la que Jiménez Lozano escribió junto a Azorín, Delibes, Matute, Pla, Perucho, Cunqueiro, Porcel, Jiménez de Parga, Goytisolo o Trías (busquen hoy una revista con firmas de valor equivalente). Siguiendo su talento fue un gran articulista, ensayista, novelista y poeta, además de gestor cultural (él y su amigo el sacerdote José Velicia crearon las exposiciones Las edades del hombre).

De entre sus muchas publicaciones les recomiendo sobre todo las novelas Historia de un otoño, El mudejarillo y Sara de Ur, el poemario Tantas devastaciones y el ensayo Los cementerios civiles y la heterodoxia española. Háganse el favor de leerlos para descubrir a este gran escritor que se ha intentado marginar y esta gran personalidad ética que concebía así su oficio: "Contar esos pequeños relatos de gente humilde que si no serían olvidados. La grandeza del escritor o del artista reside en ser capaz de narrar las historias y las desgracias de estos pequeños personajes".

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