Un personaje de la serie italiana de televisión 1992-1994 (convulsiva época de demoledores escándalos de corrupción, la caída del socialismo italiano de Bettino Craxi, implacables investigaciones del fiscal de Manos Limpias, Antonio di Pietro; increíble ascensión de la Liga Norte de Umberto Bossi y la meteórica entronización de Silvio Berlusconi y su Forza Italia), decía: "Cuando eres joven si no eres de izquierdas no tienes corazón, cuando eres mayor si no eres de derechas no tienes cerebro". Creo que quienes no estamos ni en un lado ni en otro compartimos con la mayor naturalidad corazón y cerebro. Sobre todo éste para razonar y reflexionar serena y coherentemente tantos sobresaltos y contracciones como nos depara la actualidad política en España. Pero siempre es difícil, por no decir imposible, entender como una persona puede decir hoy una cosa y mañana la contraria, sin inmutarse y peor aún: que lo apoyen una considerable cantidad de ciudadanos.

En este juego de intereses -intereses y ambiciones personales por encima de las que requiere el país-, tan perversas son las mentiras, las ocultaciones como las falsas promesas. En su día el presidente del Gobierno dijo a la televisión navarra: "Le estoy diciendo que con Bildu no vamos a pactar. Si quiere se lo digo 5 veces o 20 durante la entrevista. Se lo repito: con Bildu no vamos a pactar". Son numerosas las ocasiones en que Sánchez aseguró que jamás pactaría con Podemos, ERC y Bildu. Sin embargo ahí está gobernando con unos y con el apoyo de los otros. Y ahora, poniendo en riesgo las garantías jurídicas del sistema y en una muestra más de un afán intervencionista, se empeña en la reforma del Código Penal a la carta y modificar o rebajar el delito de sedición, para, según su inefable vicepresidenta, "homologarla a Europa", lo cual es una falsedad y una humillación a la Justicia española. No de la que hablaba Iglesias, que era otra mentira infumable. Olvidan que en la legislación comparada europea las penas son similares a las contempladas en España. Y no se trata de una demanda social, cuya incidencia es inapreciable, sino la necesidad de complacer a populistas y nacionalistas y garantizarse su apoyo en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, que será el primer escollo en el mantenimiento del Gobierno.

El jeroglífico para el Gobierno es de insomnio: la crisis de la visita de la número dos de Venezuela, conexión Podemos de por medio, la "gestión diplomática" de Ábalos; el desplante a Guaidó y su impacto internacional, las desobediencias de Torra, la mesa de negociación… ¡Ah, los premios Goya! Como siempre sectariamente politizados, abúlicos, con escasa gracia y con los inevitables cineastas o cómicos recién llegados, intentando darnos lecciones de moral o de política -las suyas- y pidiendo dinero para películas que cuestan muchísimo más de lo que recaudan. Lo mejor el discurso del presidente de la Academia, Mariano Barroso.

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