EL inversor que llegue al Recreativo de Huelva tiene que estar loco. Desde la distancia, la que me da el trayecto que me desplaza por tren hasta Madrid, Huelva se ve aún más pequeña de lo que realmente es. Y siento que las tragedias son menos tragedias cuando se ponen kilómetros de por medio. Quien no conozca de cerca el sentimiento recreativista, debe ser muy osado para acometer un proyecto deportivo que parte con muchos millones de euros de déficit económico. Y ya les digo yo que desde fuera, sin sentir la emoción de ver al Decano saltar al campo cada domingo, lo único que se ve en el club albiazul es un gran pozo negro.

Me temo que no será pronto cuando podamos decir que en Huelva tenemos a un nuevo dueño del Recre. Y así lo creo por dos razones. La primera es porque estoy convencido de que las cuentas del club seguirán en proceso de regularización por varios meses más hasta que puedan quedar claras de cara a la llegada del inversor. Y la segunda razón es porque el Ayuntamiento se asegurará de que el nuevo propietario cumpla con los requisitos económicos y solventes que merece el Recreativo. Y ninguna de las dos cosas serán fáciles de conseguir.

Sin embargo, sé que quien tome las riendas de este club va a palpar en seguida que no todo es dinero cuando se tiene en sus manos al Decano. Y en manos de los recreativistas y del propio club está la oportunidad de marcar el hecho diferenciador.

Sin prisas, sin protagonismos, sin presiones… El Real Club Recreativo necesita un plan estratégico social que plantee en común con la ciudad las señas de identidad del Decano y ordene su presencia y su papel en Huelva, más allá de lo deportivo. Un plan tan de todos que hasta el propio inversor que venga no tenga más alternativa que respetarlo.