Visiones desde el Sur

Intereses compartidos

Es cierto que hay personas buenas en política, pero, o duran poco tiempo en el sistema, o son ingenuas

La política es un espectáculo cuyo guion se escribe a golpe de secuelas. Se trata de encontrar aquello que epate a la ciudadanía, que la enganche, que la obligue si fuera menester a caminar por una senda dada o, en su caso, que produzca el golpe de efecto necesario para aumentar la fuerza del grupo al que se pertenece y aminore o deje en evidencia a los otros, a todos los demás.

Da igual el coste económico que tenga la medida que se adopte en cuestión, incluso si por el camino se pierden vidas, no importa, el objetivo es mantenerse en el poder el máximo tiempo posible junto con los aliados naturales que vengan dados y que estén dispuestos a acompañarnos en cada cambio -necesario, dicen siempre- de estrategia. Esto es lo que hay en la política de hoy y puede además que siempre haya sido así. Solo hay que leer a Platón, Aristóteles, Ovidio, Maquiavelo, Fouché o algunos otros del mismo jaez, por no hacer una lista que cubriría esta columna al completo y las de los próximos meses. En un mundo diseñado a la medida de los que mandan -nótese que he dicho mandan y no gobiernan, porque los que gobiernan las más de las veces no son los que mandan- y cambiante de rumbo según las pulsiones económicas o los intereses espurios de algunos, como el que vivimos, los principios y valores que nos rigen son adaptados a la consecución de objetivos específicos y no a la inversa, como debiera ser, y como de manera constante nos venden.

Se trata de hacer una política lo más opaca posible, utilizando cuantas tácticas marrulleras sean necesarias para que los contrincantes políticos se hundan, hinquen la testuz en el barro y pierdan el apoyo de la ciudadanía. Punto. Una guerra fría constante. En eso se ha convertido la política para desgracia de los administrados que, como siempre, viven en una burbuja creada exprofeso para que piensen lo menos posible, pierdan la costumbre de reflexionar y jamás se enteren de la realidad que les circunda y que a cada segundo se va conformando de acuerdo con los semidioses aupados en el carro del dinero fácil. Pan y circo. Esto es tan viejo como la humanidad.

Siempre ha sido así desde que necesitamos agruparnos en hordas para mejor defendernos de los demás, como pueblo identitario, blandiendo consignas propias y banderolas.

Es cierto que hay personas buenas en política, pero, o duran poco tiempo en el sistema, o son ingenuas, o comparten intereses por aquello de subsistir. Una pena.

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